El canciller Ricardo Patiño, el funcionario político más influyente del Gobierno, afirmó en Madrid que es afortunado que en el país comience a terminarse la impunidad de algunos medios de comunicación, a propósito de la sentencia contra el ex editor de opinión y los directivos de El Universo.
La afirmación vino acompañada de una frase controvertida, por decir lo menos: la libertad de prensa y de expresión son “respetadísimas” en Ecuador.
El Gobierno está empeñado en proyectar afuera esa imagen, y en ese contexto pueden inscribirse también las presentaciones que hizo hace unos días el presidente Rafael Correa en Estados Unidos. Ahí quiso explicar que la sentencia contra El Universo, con sanciones de tres años de prisión para cuatro personas y el pago de USD 40 millones como indemnización en favor del “ciudadano” Correa, es un caso de aplicación de la Ley común y no uno en el cual esté implicada la libertad de expresión.
Tanto Correa entonces como Patiño en estos días tienen otro punto en común en sus discursos: la defensa de los medios públicos, que según ellos cumplen un papel democrático a diferencia de los medios privados, que consideran un poder que hace política cuando defiende sus posiciones.
Verdades difíciles de digerir, aquí y dondequiera, cuando todo el mundo conoce la instrumentalización de los medios públicos como parte del aparato propagandístico del Gobierno. Y cuando no hay ninguna explicación para la presteza conque una justicia renqueante ha actuado, en contraste con lo que sucede con el resto de casos.
Mal hace el canciller Patiño en creer, o en decir, que la sentencia contra El Universo no tiene apoyo porque a los plantones “solo salen los familiares de los empleados”. Lectores de encuestas como son, los gobernantes saben cuál es la verdadera percepción pública sobre el tema. Quizás vale la pena que refresquen los resultados de la consulta sobre los temas vinculados con los medios de comunicación, que forman parte del sistema de libertades públicas en cualquier sistema democrático.
En cuanto al entorno internacional, los ecos contra esa sentencia se escuchan y seguirán escuchándose con fuerza. Ya los resultados de la primera instancia, en manos del juez Juan Paredes, el 20 de julio, motivaron una ola generalizada de críticas en toda América, sin dejar de lado organismos internacionales, gremios periodísticos y aun gobiernos aparentemente lejanos al tema, como los de Europa.
El viernes pasado, llamaron mucho la atención las declaraciones de parlamentarios alemanes de varias tendencias quienes, a propósito de su viaje para ver de cerca la Iniciativa Yasuní-ITT tocaron el problema de las libertades, en especial la de expresión.
El tema sobre la libertad de prensa en el Ecuador está mucho más claro que lo que el Gobierno quiere aceptar. Cambiar esa percepción no dependerá del mercadeo sino de la realidad.