EE.UU. se impuso en NN.UU. y ahora está paralizada cuando debería encarnar al mundo y hacer equilibrio entre las principales potencias. Pues la vida internacional es aún la de las relaciones de fuerza de potencias. La regulación e institucionalización que crecen en el mundo se disputa con esta relación de fuerzas, la dependencia mutua con la mundialización no elimina que las potencias se impongan cuando se resquebrajan los contrapesos.
En el mundo multipolar actual en que las confrontaciones y afirmaciones de cada cual se intensifican, Rusia proyecta su imposición del poder, como lo hace en Crimea y compite por ello con los demás en Siria, defiende tanto la salida de su gas y petróleo, sin preocuparse por las realidades internas, igual hacen los imperialismos de EE.UU. o China, como su afirmación de primera potencia.
Es el regreso a la imposición de una potencia a la otra, la ley de la selva, por encima de una impotente NN.UU. y de la parálisis de las potencias del Atlántico ante una Rusia que se impone sin considerar que ellas lo acepten, lo cual lleva a una peligrosa escalada de presiones cuyo limite será militar. Las amenazas económicas no pesarán mucho, pues Rusia tiene la llave de petróleo y gas para Europa y sabe que no osarán ahora lanzarse a un estado de guerra contra ella.
Putin busca recuperar parte de lo que fue la URSS, la que siguió las visiones imperiales de los bolcheviques que, en nombre de la revolución, continuaron el proyecto zarista y camuflaron sus conquistas en liberación de pueblos. Ahora, con abundantes riquezas naturales, expande sus “zonas de influencia” con la tradicional lógica rusa de control directo gracias a poblaciones rusas o rusofilas en los países vecinos o si puede las anexa, como en Crimea.
En la época de la URSS, en los países anexados Moscú implantó población rusa y formó cuadros locales con una cultura y visión rusa que ahora recuperan protagonismo, luego de años de fracaso post URSS de los Estados independientes. Es fruto del fracaso de ideas y proyectos de desarrollo de los nuevos Estados, de renovados conflictos étnicos que deshacen a las nuevas autoridades, y de un reencuentro con una religión conservadora que alimenta desastrosos fanatismos. Los nuevos gobernantes se anclan en el pasado sin invención ante la modernización y la mundialización. Es comprensible que haya ucranianos buscando una modernización con la Unión Europea.
Es una oportunidad para que América Latina no sea simple apoyo a la potencia imperial del este por no estar con el imperio del norte, bien podría asumir una posición de principios y de lo “que debe ser” la escena internacional y las NN.UU.; Unasur podría ser positiva en este mundo que también disputa razones y significados.