Línea, profundidad, oportunidad

El gobierno y la Asamblea acaban de aprobar la Ley de Fomento Productivo, la misma que incorpora principios de manejo económico olvidados en el país por más de una década. Se incluyeron conceptos de ahorro fiscal, límites de endeudamiento público, restricciones al endeudamiento del Estado, que sin duda constituyen requisitos necesarios, aunque no suficientes, para una sana política económica. Así mismo, se insertaron incentivos para la inversión como la exoneración del impuesto a la renta para proyectos nuevos por periodos entre 8 y 20 años. El saldo de la referida Ley se podría decir es favorable, aunque falta mucho por hacer y buena parte del contenido de la norma deberá ser desarrollada en el reglamento.

A esta ley se suman las recientes decisiones donde se esbozan 2 grandes temas: políticas que reducen el gasto público y tratamiento de subsidios. En las primeras se tienen políticas como la supresión de entidades públicas y ministerios y la fusión entre algunas carteras de estado. En el segundo ámbito está el incremento del precio de la gasolina súper, sin ajustar el resto de combustibles.

Cualquier política económica que aplique un gobierno debe reunir algunos requisitos básicos como es la dirección de la decisión económica, es decir, la ruta por la cual debe transitar. Un segundo elemento es la profundidad de las medidas adoptadas, es decir, la magnitud de determinadas políticas como puede ser el monto de reducción del gasto público. Un tercer factor es la oportunidad de la decisión, es decir, si la política adoptada es a tiempo o la misma se aplica tardíamente.

La ruta de la política económica respecto al gobierno anterior es absolutamente diferente y va en la dirección correcta.

En cuanto a la profundidad, parece ser que el gradualismo ha sido entendido como acciones tenues y poco profundas. El ajuste gradual significa incorporar a lo largo del tiempo las acciones económicas pero en la magnitud adecuada. Para el período 2018-2021 en relación al PIB el gasto corriente no se reduce, el gasto total cae menos de un punto mientras que suben los ingresos fiscales porque se asume el incremento de la producción de petróleo de 540 a 700 mil barriles diarios. Esto es más una meta y además es volátil, por lo que el presupuesto se tornaría más vulnerable. Subir un tipo de gasolina y dejar a la otra inalterada puede producir un traslado de consumos de la cara a la barata, la que por tener mayor subsidio puede acarrear un costo fiscal en lugar de un ingreso.

La reducción del gasto debe acompañarse de nueva liquidez en buenas condiciones, pero la magnitud del ajuste y la falta de integralidad no permiten el apoyo de los multilaterales. Se trata de un programa económico en la dirección correcta pero aún es tibio y con atraso en algunos temas que debieron atenderse desde el primer día.

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