No les interesa el futuro

Mientras los viejos líderes hacen filas para recibir vacunas -no vip- y los movimientos políticos cerraban sus puertas, irrumpieron en la escena pública sin ser invitados los mileniales y los centeniales. Aunque en el Ecuador parece un sortilegio, el último capítulo de este cambio de rumbo pudiera aclararse parafraseando a William Shire: “Auge y caída -no del tercer Reich- sino del socialismo del siglo XXI”. Gane el que gane, el pueblo o la mayoría de la nueva “masa” habrá elegido su destino, siempre que el escrutinio arroje cifras contundentes; de lo contrario, pasarán al quirófano del CNE, donde sus miembros son cirujanos estéticos expertos en frustraciones colectivas.

El nuevo escenario, sin llegar a ser apocalíptico, mantiene cifras e índices de gobernabilidad; súmese, la ausencia de una mayoría parlamentaria y, por ende, es necesaria una concertación -Ejecutivo incluido- que garantice un margen por lo menos para dos años de gobierno; además, el precio del petróleo genera niveles de esperanza para un país como Ecuador. Así pudo gobernar Rodrigo Borja, que ahora observa desconcertado cómo su partido ha caído en manos de unos roqueros y no de jóvenes políticos como en su tiempo fue la ID que, ante la derrota expresó desafiante: “la lucha continúa”. Por eso es lamentable que las huestes nuevas de la antigua Social Democracia se confundan con los restos de personajes que no obtuvieron el 2% de la voluntad popular y que solo aspiraran a una embajada o a cualquier vacuna monetaria.
La nueva generación ya se instaló. A nuevas propuestas y múltiples rechazos, se añade una fanática fe en el poder generacional del presente y negar el futuro por el peligro que implicaría cualquier contaminación ideológica y consiguiente manipulación política.

Carecen de profetas como lo fueron Adam Smith, Carlos Marx o León XIII con sus obras clásicas: ‘La riqueza de las naciones’, ‘El Capital’ o la ‘Encíclica Rerum Novarum’. Son el presente y nada más. Los guían una bandera de colores indefinidos y unas llantas quemadas, pero votan y eligen.

A medida que se acerque el día D, las diferencias entre las candidaturas desaparecerán y llegarán a ser caras distintas de una misma moneda. Gane, el que gane, un clásico del astillero más. Sin embargo, liquidados los asesores y estrategas, tendrán que recurrir a los mileniales o centeniales para formar un Gabinete o lograr alianzas puntuales en el Parlamento.

En este extraño panorama, no importan los votos nulos. Se desconoce en qué universo estarán los de Pachakutik y su líder Yaku, pues no es concebible, después de haber participado, que decidan un voto en contra de nadie.

Protagonizaron una lucha encomiable, pero por alguna maldición convinieron concurrir a un diálogo, como en siglos atrás Atahualpa aceptó la invitación de Gonzalo Pizarro. Por eso, ahora tenían que dar libertad a su conglomerado, que igualmente la ejercerá en su mayoría. Copiando la muletilla, respecto del voto nulo: “no vuelvan a perder”.

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