En una entrevista, el Juez Sergio Moro de Brasil –el de la Operación ‘Lava Jato’ y otros casos muy importantes- cuando le preguntaron de por qué el éxito de su actuación contra la corrupción en Brasil, fue enfático: no cayó en el “pudor” de la reserva que se convierte en encubrimiento, todo lo transparentó, cuando debió hacerlo, porque el mejor aliado de la justicia y la sanción contra la corrupción estará en la opinión pública, ni se sometió a la mafiosa expresión de los procesados “pruébenos que hemos robado y enriquecido”, porque hay muchos canales de desvío de los dineros, y lo que debe sancionarse son los perjuicios que ha sufrido el país, por dolo, culpa o dispendio, sin perjuicio de investigar donde está atesorado lo que aún no se han gastado de lo que se llevaron del Estado y de las entidades públicas.
El Presidente Moreno sabe que debe asumir el reto de pasar de las intenciones, del discurso y de las frases a decisiones y acciones.
Igual deben saberlo quienes ocupan diversos espacios de poder, porque no todo le corresponde decidir y hacer a Moreno.
En política, es un error que se perciba que sólo se quiere que no regrese el correato, cuando debe ser que se evidencie la corrupción. La de esa década, y la de antes y después. El Ecuador de nuestros días no debe ser el del anti – Correa y el pro – Correa.
La corrupción, en sus diversas formas, se acentuó y se protegió con Correa, pero los hechos y sus resultados son los que deben ser juzgados.
La Contraloría debe abrir, para conocimiento de todos, los informes en que se establezcan responsabilidades civiles y administrativas y también los que señalen indicios de responsabilidad penal. Sobre estos últimos, la Fiscalía debe informar aquellos casos que los indicios se los ha desechado y los casos en que se ha pasado de la investigación a la fase de instrucción y al juicio penal.
El solo discurso anticorrupción se percibe como político – y hasta encubridor- de no darse los pasos siguientes para completar la investigación, sancionar las faltas y recuperar lo que ha perdido o está perdiendo el Ecuador.
En materia económica, también debe tomarse decisiones. Hay problemas de falta de liquidez del Banco Central del Ecuador, por lo que no puede pagarse obligaciones con jubilados y otros sectores sociales, tampoco a proveedores, pero debe actuarse con imaginación para viabilizar el reconocimiento de las deudas –ahora se traba con diferentes pretextos- y luego establecer instrumentaciones que conlleven su pago entre el mediano y el largo plazo.
Las añoranzas resumidas en la frase “estábamos mejor con Correa, aun cuando hayan robado”, debe superarse con una eficiente política económica que estimule la inversión y el desarrollo.