¿El Poder Legislativo femenino?

El Gobierno da otra prueba de construir símbolos e imágenes de renovación al nombrar tres mujeres a la cabeza del Legislativo. No sólo es fruto de estrategia de campaña ni se reduce a ello, aunque hace parte de ello, de hecho significa una promoción de las mujeres. Del mismo modo que los nombramientos a indígenas a puestos relevantes (embajadores, etc.) los promueve y contribuye a romper la discriminación, aunque la razón principal para hacerlo fue deslegitimar a las organizaciones indígenas.

Al ser mujeres jóvenes dará una imagen de renovación y abonaría a la imagen de que aparentemente Ecuador vive una revolución; buen rédito dará al Gobierno. A pesar de ello, el Ecuador sí vive cambios culturales sobre discriminación de la mujer en el espacio público, aunque los cambios en la vida privada no siguen el mismo ritmo, baste ver los datos sobre violencia a la mujer o de embarazos de adolescentes. Este cambio, del día a día, es más difícil de lograr, entre otros factores porque nos falta un movimiento, de mujeres o no que asuma esa causa de rechazo a la dominación de género con radicalidad y cree una norma, no legal, sino ética en la sociedad, de que hay límites a respetar.

Hay organizaciones que reclaman la aplicación de derechos o la incorporación de normas internacionales pro-equidad, pero eso es otra cosa y ya es camino hecho. Fue necesario para ello, perseverancia, algo de cabildeo con el poder político y de ciertas movilizaciones. Fue una acción en el espacio político y legal, con el apoyo de precedentes internacionales.

Ahora se ve claramente que sin organizaciones que alimentan una causa en la sociedad, con cierta radicalidad en las posiciones, no hay movimiento social, acaso hay lógicas de cabildeo, que terminan en pautas legales o de políticas, sin sacudón social indispensable para que comportamientos y valores se modifiquen, el machismo entonces no se mosquea. No se produce pues, el trabajo en la sociedad, el que precisamente impacta en el día a día y es el que más define el cambio social. Pensar que la sociedad se organiza con leyes tiene límites muy cortos. Cuando un Gobierno asume algo de una causa multiplica discursos, propaganda, burocracia, políticas, ingentes costos sin gran impacto.

Por la discriminación las mujeres en el poder deben demostrar que son mejores que los otros. Grande es así el desafío para cerca del 40% de mujeres del Legislativo. Existe una agenda de mujeres a tener en cuenta, pero pesará su modo de ejercer su parcela de poder. Se verá si aportan renovación, no porque siguieron las decisiones del Ejecutivo, sino por contribuir al debate y al pluralismo, precisamente para no ser un simple reflejo de la pauta de imposición que éste define, incluido con el discurso de todo tener razón, tan difundido y con tantas imitadoras. ¿Podrán entonces feminizar el ejercicio del poder y no masculinizar su actuar?

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