El profundo impacto que ha causado en millones de personas alrededor del mundo la temprana y deplorable muerte de Steve Jobs -el genio visionario y creativo que estuvo detrás del éxito empresarial de Apple Computer-, muestra uno de los más importantes cambios que se están produciendo en el globalizado siglo XXI.
Durante milenios fueron líderes políticos -faraones, emperadores, califas, reyes, presidentes, etc.- los que tuvieron en sus manos el destino de la humanidad y definieron el curso de la historia. Hoy, en cambio, cada día es mayor el número de individuos excepcionales -especialmente empresarios como Jobs-, que sin detentar poder político alguno, logran un impacto sin precedente en la vida de miles de millones de personas y dan forma al mundo en que viviremos en el futuro.
Se trata de una nueva clase de líderes globales, que influyen de manera muy distinta a la de los líderes políticos tradicionales.
Personajes como Jobs inspiran a las personas a adoptar nuevas ideas y a cambiar la manera en que llevan sus vidas, sin necesidad de forzarlas mediante la imposición de leyes o edictos y, menos aún, mediante gritos u órdenes impartidas desde una tarima, o una casa de gobierno. Para avanzar en sus objetivos, no necesitan de constituciones, leyes o regulaciones hechas a su medida. Tampoco requieren descalificar ni perseguir judicialmente a sus opositores -léase competidores- ni invadir por la fuerza a otras naciones -léase mercados- a fin de imponer su particular visión del mundo. Simplemente, personas de los más diversos orígenes y condiciones, se rinden ante su talento de manera voluntaria y entusiasta.
Líderes como Jobs tampoco necesitan acudir a elecciones ni luchar por votos, pues están conscientes de que sus ideas y creaciones generan valor y serán reconocidas y recompensadas por el público en los mercados. Nadie conseguirá descalificarlos con el argumento de que “no han ganado ninguna elección”, pues valoran más que la gente esté dispuesta a pagar por sus ideas con dinero antes que con votos.
De hecho, sus ideas están resultando más populares y alcanzando una influencia global que no logran muchos líderes políticos. A fin de cuentas. ¿Quién ha influido en más personas y logrado un impacto más profundo en el siglo XXI, un líder político como Barack Obama o un líder empresarial como Steve Jobs? Con su muerte el mundo no solo perdió a un formidable empresario y a un inventor genial, también perdió a un gran referente de los nuevos liderazgos globales que la juventud desearía imitar.
Es por ello que en el nuevo milenio, las sociedades mejor posicionadas para afrontar el futuro, serán aquellas que produzcan más líderes empresariales que líderes políticos. Por haberlo demostrado al mundo, gracias y descansa en paz Steve Jobs.