En el actual ambiente político agitado y peligroso tiene interés referirse a la política y a sus actores. Este Diario hizo conocer que en julio del 2012 vencerá el plazo para que las agrupaciones políticas recobren su vida jurídica. Cada una debe presentar al menos 158 000 rúbricas. Evidentemente, los políticos actuantes han descuidado organizar oportunamente las campañas de afiliación, aunque con el desencanto que existe sobre la eficacia de los políticos en general –los de ayer y los de hoy- probablemente sea bastante complicado conseguirlas.
En el momento, 12 partidos y 33 movimientos buscan firmas. Esta cifra muestra que, por una u otra razón, quieren caminos diferentes.
Al propio tiempo inquieta la tendencia de muchos ecuatorianos a reforzar sus reclamos verbales y escritos, con manifestaciones públicas. El hecho es que las aspiraciones o reclamos se inician con un pedido por escrito, pero como los del poder político de turno no son muy afectos a preocuparse, el ecuatoriano aprendió que el camino más expedito para conseguir que los del poder le reciban y escuchen, es el paro.
En materia de paros para reclamar obras, probablemente una época muy álgida se produjo en la presidencia del Dr. Otto Arosemena Gómez, en la que actuó un Ministro de Gobierno que, con paciencia infinita, tino en el trato a la gente, cortesía y sobre todo tolerancia, consiguió solucionarlos. Fue el Dr. Benjamín Terán Varea, a quien deberían preguntar y hasta pedir consejo. Eran tantos los paros que, según se decía en la época, formaban hilera en espera de turno. Uno a uno, los paros terminaban. Era una época en que la economía fiscal era tan corta y las aspiraciones populares por obras y servicios tantas, que el uso del paro ciudadano era un mecanismo natural. El ministro de Gobierno Dr. Terán realizaba verdaderos milagros para conseguir la terminación. Y era tal su serenidad que una noche circuló el rumor de que el Gabinete completo había presentado la renuncia; y el autor de esta nota, entonces cronista del periódico, se dio modos para llegar hasta su domicilio particular donde, en efecto, la mayor parte de ministros estuvo reunida. La sorpresa del cronista, al ser recibido inmediata y cortésmente, fue hallar a los miembros del Gabinete ante una mesa con alimentos propios de celebración de cumpleaños. No había ninguna renuncia. Con vergüenza, el cronista se retiró de la casa del Dr. Terán.
Si la historia deja lecciones, los ecuatorianos que se dedican a la política en altas esferas, deberán comprender que la soberbia, la amenaza, la persecución, el agravio, la intolerancia, la arbitrariedad, no son los medios para gobernar eficazmente. Que conseguir acuerdos es mejor que imponer, porque al ecuatoriano generalmente no le gusta ser maltratado. El entendimiento es el mejor camino.