El presidente Correa dirá que los medios le sacaron las frases del contexto, pero en la sabatina del 8 de octubre del 2011, entre otros temas, dijo “Otro llamado a esa banda de los “choneros”, entréguense a las autoridades, podemos hablar de disminución de penas, incluso de amnistía, siempre y cuando se entreguen a las autoridades y paren de delinquir, y no solo eso, den información para atrapar a los que quieren seguir delinquiendo”.
De primera lectura, se podría pensar que fue una improvisación más del Presidente, en la que las palabras se le salieron sin reflexionar en lo que dijo, pero luego el ministro del Interior, José Serrano, habría admitido la posibilidad anunciada.
¿Quiénes son los de la banda de los ‘choneros’? Una banda de peligrosos delincuentes, que van por una extensa gama de delitos contra la vida y la propiedad, incluyendo asesinato, sicariato, secuestro y tráfico de drogas.
Quizás el Presidente podrá expresar que lo dicho es para que primero se entreguen los de la banda, en afán de desarticularlos, en una especie de viveza criolla, por si los delincuentes caen en el anzuelo de la amnistía. ¿Así deben tratarse los problemas de seguridad?
Por otro lado, él no tiene competencia para conceder amnistía, figura jurídica por la que el Estado decide olvidar infracciones penales, lo que la doctrina y la Constitución reserva para delitos políticos. El numeral 13 del Art.120 de la Constitución señala como atribución de la Asamblea Nacional “Conceder amnistías por delitos políticos e indultos por motivos humanitarios…”.
De principio, parecieron humanitarios los indultos que la Asamblea Nacional aprobó el 2008, para enfermos que se declararon terminales y para procesados y sancionados por narcotráfico, pero como no hubo una adecuada determinación de beneficiarios, salieron de los centros de privación de libertad personas de alto riesgo para la colectividad.
Una lectura sesgada antigobierno es que este no quiere conflictos con grupos del crimen organizado, como los de las mafias en Colombia y en México, por eso anuncia la expectativa del posible perdón. También en esos países se ensayaron este tipo de decisiones; su consecuencia final fue el incremento de los delitos, porque así como hay la perversión del que dice que en el cielo hay más pecadores arrepentidos, que el número de los que no pecaron, por lo que el goce terrenal es pecar para arrepentirse a tiempo, los criminales confiarán que más pronto que tarde el Estado va a perdonarlos.
Y atrás de las palabras presidenciales, está la actitud de Correa de encarnar el poder absoluto del Estado, por el sometimiento de quienes no hacen respetar sus competencias constitucionales.
Reflexión, Presidente, y evite las improvisaciones sin analizar previamente los riesgos sociales y económicos.