Sí: fueron los países americanos de lengua española los que decidieron romper el aislamiento al que las Naciones Unidas le habían impuesto a España concluida la Segunda Guerra Mundial. Se abren nuestras embajadas en Madrid. Ante la asfixia económica, para el Gobierno español se constituye en política de Estado retomar e incrementar las oxidadas relaciones con nuestros países. Es cuando cobra fuerza la ‘Defensa de la Hispanidad’ de Ramiro de Maeztu, con un fuerte acento pragmático. Por ‘hispanidad’ el espacio ocupado por los países cuyo idioma oficial es el español y 300 años de historia compartida. La creación en Madrid del Instituto de Cultura Hispánica responde a tal política de Estado. Como complemento, en la ciudad Universitaria, como testimonio de la voluntad del régimen, un magnífico edificio en el que funciona desde 1953 el Colegio Mayor Hispanoamericano Ntra. Sra. de Guadalupe, un hogar para estudiantes españoles e hispanoamericanos, allí se conocerán y aprenderán a compartir el pan y la sal. Ante tal apertura, son miles los estudiantes de nuestros países que acuden a las universidades españolas. Las becas que ofrece España no llegan al 10 por ciento del número de los que llegan. Significan importantes remesas de dólares de los que tan necesitado está el pueblo español. Es la época dorada de la Hispanidad. Otra oportunidad perdida como cuando las Cortes de Cádiz de 1812, digo yo.
Cuando España descubre que el futuro de su desarrollo depende de sus vinculaciones con la Unión Europea, como así lo pronosticó Ortega y Gasset, dirige hacia el Norte su política exterior. Eso de la Hispanidad una conseja. Desaparece el Instituto de Cultura Hispánica, hoy apenas una dependencia de la Oficina de Cooperación Internacional. Los ‘sudacas’, nosotros, ya no somos bien vistos en España. Inclusive al Colegio Mayor Guadalupe le ha llegado el vendaval, sobraba lo de Hispanoamericano.
Un acierto eso de formar parte de la Comunidad Económica Europea. La prosperidad o algo que se le parece ha llegado a España. Es en tales circunstancias que a nosotros, en 1982, nos cae la Guerra de las Malvinas. Que pese a los tratados de defensa hemisférica los Estados Unidos hayan apoyado la invasión de Inglaterra se comprende. Muy difícil justificar la felonía del Gobierno español por más que su ministro de Asuntos Exteriores trató de hacerlo porque éramos “distintos y distantes”. Los intereses económicos pesan, se imponen.
Nuestros problemas sociales y la creación de grandes espacios económicos en nuestro subcontinente deberían ser los temas que primen en la próxima Cumbre Iberoamericana que tendrá lugar en Cádiz. Con España nos mantendremos unidos por los lazos indestructibles del idioma compartido: luego de 500 años, tan nuestro como puede serlo para los españoles actuales.