El señor Presidente de la República se maneja con el calendario lunar. El miércoles 13 de este octubre era cuarto creciente. Tenía, pues, que mostrarse crecido y se creció al denunciar la existencia de un Triunvirato de la Conspiración integrado por los caballeros Rafael Correa, Leonidas Iza y Jaime Nebot, “interesados en dar un golpe a la democracia”, y sacarlo del poder.
Tan brutal puñetazo de un banquero manso de corazón me noqueó. Vi bajar de las nubes a santa Mariana de Jesús, la que había profetizado que la futura república equinoccial habría de desaparecer no por sismos ni erupciones volcánicas sino por los malos gobiernos. Llevaba una azucena en la mano. Me la pasó por el rostro y oí susurrarme al oído: – “Rafael conspira, porque Lasso ha labrado su fortuna en cincuenta y un años de trabajo continuo; Correa, tan solo en diez. Ecuador necesita eficiencia; por tanto, Lasso debe regresar a Guayaquil. Leonidas conspira, porque a los quince de edad enseñaba catecismo al pueblo de Dios en Cotopaxi y ahora Iza aspira a caminar por un sendero luminoso; Lasso pertenece al Opus Dei y es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un banquero entre en el Reino de Dios; por tanto, Lasso debe regresar al Banco de Guayaquil; Jaime conspira, porque Guillermo no ama a los pobres, y Nebot los adora; por tanto, que Lasso salga de Carondelet”. Me despertó a la realidad el “Aullido de los perros a la luna, a la luna pálida”. (J.A.Siva).
La actitud tinosa y firme del señor Lasso al prometer que volvería a enviar a la Asamblea Nacional la “Ley buscando oportunidades” dividida en tres leyes y corregida luego de aceptar el parecer de muchos, sin buscar más conflictos por la inconstitucionalidad en el origen del rechazo; los golpes de pecho de los “conspiradores” arrepentidos y contritos y su firme propósito de enmienda para trabajar por la patria desangrada; la invitación de la señora Guadalupe Llori, presidente de la Asamblea, a dialogar con el Ejecutivo para juntos curar el desangre son señales de paz y de esperanza.
En estas nuevas circunstancias, el aliado natural del Ejecutivo debería ser el partido político Pachakutik. El correísmo persiguió a los indígenas y a la propia Llori; el Socialcristianismo por boca de su máximo líder opinó que los indios deberían volver al páramo; la Izquierda Democrática, en 1990, comprendió las aspiraciones indígenas y dio pasos de justicia nunca vistos hasta entonces, salvo en los gobiernos militares del 63 y el 72. Si Pachakutik no apoya a Lasso, cometerá un error histórico. Se dividirá. Matará a la gallina de los huevos de oro. Ahora es la hora de la Conaie.
Entonces, podríamos salir de la Constitución de 2008, causa del desangre de Ecuador. Lasso, El Justo, saldrá bien librado de los Papeles de Pandora. Y los triunviros serán tan solo una mala noche de verano. La Tri nos muestra el camino, los Olímpicos de Japón, también. Amén.