“El corazón tiene razones que la razón no entiende”, escribió Blas Pascal luego de su encuentro con Dios. El mar tiene sus cordilleras submarinas que el subdesarrollo no sospecha. La cordillera submarina de Carnegie, dorsal asísmica entre la costa de Ecuador y las Galápagos, es de origen volcánico. La cordillera submarina del Coco está compuesta por rocas volcánicas geológicamente jóvenes y tuvo su origen en lo que hoy llamamos Islas de las Galápagos. La cordillera submarina de Colón, antes conocida como elevación Cocos-Nazca es una continuación del centro de divergencia de las Galápagos y los lineamientos submarinos llamados Darwin y Wolf. “Como al olmo se adhiere la hiedra, así te adhieres, pobre corazón, donde hallas un poco de amor”. Los peces y la fauna de tales abismos viven vibrantes y coloridos al abrigo de estas montañas, mágicas protectoras de la vida profunda.
De 133 mil kilómetros de zona protegida, la reserva marina ecuatoriana crecerá a 193 mil kilómetros cuadrados. Sesenta mil kilómetros más por obra y gracia de la decisión del señor presidente Guillermo Lasso, a quien califican despectivamente de solo bachiller algunos de sus adversarios políticos, aguas malas cargadas de títulos y que a veces escriben vaca con “be” de burro. Gran labor de nuestro mandatario en Glasgow, Escocia, en pro de la ecología y la economía, primas hermanas entre sí, y sobrinas de la madre naturaleza.
En 1952, Chile, Ecuador y Perú establecieron como norma de su política internacional marítima. “La soberanía y jurisdicción exclusivas que a cada uno de ellos corresponde sobre el mar que baña las costas de sus respectivos países hasta una distancia mínima de 200 millas marinas desde las respectivas costas”. (Declaración sobre zona marítima de Santiago).
El doctor Mauricio Gándara ha traído a colación el casi seguro retraso ecuatoriano en cumplir con los compromisos pactados por Ecuador en la Convención de Naciones Unidas sobre Derechos de Mar en el año 2012. (Convenar). El punto estaba en exponer a tal organismo los estudios específicos sobre las cordilleras mencionadas que justifiquen la extensión de la plataforma continental ecuatoriana. Y así con las de otros países. A los menos desarrollados se les concedieron 10 años para la entrega de tales estudios. El plazo se vence el 26 de diciembre de 2022.
Algo se ha hecho hasta ahora. Toca a los señores Canciller y Ministro de Defensa arbitrar las medidas necesarias para cumplir lo que no cumplieron los gobiernos anteriores. Los compromisos de Glasgow pueden financiar estos trascendentales estudios. Hará falta un acuerdo para nuevos plazos.
Estamos caminando de la informalidad a una conducta madura. Y para este caminar es necesario que el mayor número de ecuatorianos ame a la patria no de palabra sino de obra. Habrá, pues, que reponer estudios y prácticas de Ética en escuelas y colegios y la premilitar en la Secundaria.