Diego Araujo Sánchez

Lasso, buen comienzo

La decisión final del Presidente de no participar en un eventual pacto legislativo entre correístas y socialcristianos fue aprobada con alivio por la opinión de mayoría de los que votaron por Guillermo Lasso, como reflejan las reacciones en la prensa y en las redes sociales. Los acuerdos son necesarios para que sea viable una Asamblea Nacional fragmentada.

Sin embargo, ese acuerdo al parecer a punto de fraguarse resultaba un contrasentido ante la evidencia de que, en la polarizada segunda vuelta electoral, un alto porcentaje de ciudadanos votó contra la corrupción y el autoritarismo correísta.

Una pintoresca sentencia atribuida al doctor Andrés F. Córdova señala que en la política nacional se tuesta el granizo, es decir se pueden producir impensables absurdos. No obstante es hora de romper con esa tradición. La reacción de alivio ciudadano quizás responde a la aspiración ciudadana de que cambien las prácticas políticas. En buena hora que el presidente Lasso sintonizó con el sentir de la mayoría ciudadana.

Otro rostro de aquel absurdo es, por un lado, ponderar la necesidad de los acuerdos y, cuando se producen, demonizarlos. Parece que en este último papel se ha colocado Yaku Pérez que, asumiendo la voz de los profetas del desastre, se anticipa en anunciar las peores consecuencias del acuerdo de Pachakutik, la Izquierda Democrática, los independientes y el grupo de asambleístas de Creo. Jaime Nebot y Rafael Correa mostraron una análoga reacción apocalíptica.

Pero si el acuerdo con el bloque correísta equivalía a tostar granizo, ¿qué otra alternativa quedaba, si no es la que se adoptó, para posibilitar las elecciones de las autoridades y las comisiones de la Asamblea? Más aún, ese acuerdo llevó a la Presidencia de la Asamblea a Guadalupe Llori, coidearia de Pérez que, sin embargo, se separa de Pachakutik. Incomprensible, ¿no?

La gravísima situación del país por la crisis sanitaria, económica, social y ética impone poner fin a los contrasentidos. Lasso ha empezado de buena forma su gobierno. No solo con la decisión de responder a la opinión de sus votantes en el acuerdo legislativo, sino con la selección de los integrantes de su gabinete.

Una responsabilidad histórica muy grande se halla ahora en manos de la Izquierda Democrática, Pachakutik y los asambleístas independientes. Ni reeditar la consabida pugna entre los poderes y el Ejecutivo y Legislativo, ni una Asambleas subordinada al Gobierno. Apertura, sentido crítico y consistencia ética. Hallar una salida a la crisis pasa por alejarse de prácticas las políticas reprochables y los pactos de la regalada gana.

Mientras escribo este comentario antes de la asunción del mando, siento que existe una actitud esperanzada. Que el buen comienzo tras los actos protocolarios, traiga vientos favorables para el Ecuador del encuentro.

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