En los próximos días y semanas se hablará mucho del cambio climático y de la necesidad de hacer compromisos globales para reducir la emisión de gases de efecto invernadero, que son los causantes de las sequías, inundaciones e incendios históricos de los últimos años.
Aunque este tema se viene discutiendo desde hace varias décadas, este año ha tomado un impulso particular, tras la publicación de un informe de la ONU en agosto pasado, cuando advirtió que la temperatura del planeta está aumentando más rápido de lo esperado. Esto conducirá a una catástrofe climática que sería irreversible si no se toman acciones de inmediato, es decir, ya!
Esas acciones se deben traducir en compromisos durante la cumbre climática COP26 que se realizará en Glasgow, Inglaterra, del 31 de octubre al 12 de noviembre. Se la considera una cumbre decisiva para el futuro del planeta, la más importante desde el Acuerdo de París de 2015, cuando 189 países se comprometieron a bajar sus emisiones.
Aunque los protagonistas del encuentro son Estados Unidos y China -los mayores consumidores de combustibles fósiles y también los mayores responsables de las emisiones-, el resto de países tienen su grado de responsabilidad. Y así lo asumieron al firmar el acuerdo en el 2015, cuando se comprometieron a una serie de medidas nacionales conocidas como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional.
Colombia, por ejemplo, acudirá a la cita en Glasgow con el compromiso de reducir el 51% las emisiones de gases invernadero hacia el 2030; llegar a la neutralidad de carbono para 2050, es decir, no emitir más de lo que se puede absorber; lograr cero deforestación y tener el 30% del territorio colombiano protegido hacia 2030.
El Gobierno ecuatoriano no ha dado a conocer sus compromisos para la COP26, aunque el Plan de Creación de Oportunidades tiene un eje específico sobre la denominada ‘transición ecológica’. Ahí se establecen tres objetivos, nueve políticas y 13 metas hasta el 2025, para conservar los recursos naturales y fomentar un modelo de desarrollo sostenible aplicando medidas de adaptación y mitigación al cambio climático.
La mayoría de las metas guarda relación con el uso eficiente de la energía, un mejor manejo de desechos, reducción de emisiones a causa de la deforestación y conservación de zonas ambientalmente sensibles.
Los combustibles fósiles no se llevan bien con el ambiente. Por eso el presidente Guillermo Lasso cuestionó al titular de la Conaie, Leonidas Iza, al señalar que es incoherente que quiera que los combustibles fósiles bajen de precio, pero a la vez hable de conservación del medioambiente.
El Gobierno también tiene su dosis de incoherencia, al proponer duplicar la producción de crudo en cuatro años, lo que tendrá un mayor impacto ambiental en la Amazonia. El Régimen prometió utilizar tecnología de punta y tener todos los cuidados ambientales. Si esa política fuera real, ya debiera haberse reflejado en una mejora de la calidad de los combustibles.