Aunque todavía no termina el conteo final de votos de la consulta popular, los resultados preliminares confirman el triunfo del “no” en las ocho preguntas.
Si se toma en cuenta que este referéndum tenía como objetivo principal mejorar los niveles de aprobación y de aceptación del presidente Guillermo Lasso, con estos resultados termina seriamente debilitado. Debilitado en un escenario en que el correísmo ha triunfado en las elecciones seccionales, al menos en provincias y ciudades claves.
Cuando se realiza una consulta popular hay el riesgo de que ésta se convierta en un referéndum de aprobación o desaprobación del gobierno de turno. Y esto, para mala suerte del gobierno, se cumplió.
Los asesores políticos del gobierno pensaron que al incluir preguntas capciosas ante las cuales difícilmente la población podría manifestarse en contra, iban a conseguir un resultado positivo. Pero esto no sucedió así.
El problema es que esta consulta debían haberlo hecho mucho antes. Posiblemente en septiembre del 2021. Justo cuando el presidente de la República tenía, tras la exitosa campaña de vacunación, un nivel de aceptación del 70%. Al tener entonces un importante apoyo popular, debían haber incluido preguntas bien formuladas y tendientes a resolver la aguda crisis institucional que vive el país. Algo que en ese momento ya se veía venir pero que por la falta de claridad y de decisión política esa oportunidad se perdió.
Ahora no solo que tiene una sólida oposición en la Asamblea Nacional y a nivel de las principales autoridades locales (las cuales muchas veces son usadas para apoyar las movilizaciones y la protesta social) sino que no tiene apoyo popular.
Lasso ha reconocido su derrota. Ha dicho que “fue un llamado del pueblo al gobierno y no vamos a rehuir esa responsabilidad”, haciendo un llamado a la clase política “para construir un gran acuerdo nacional”.
Realmente muy complicado para un presidente que, hasta el día de hoy, no se ha dado cuenta de lo que significa gobernar un país.