El lado malo de la historia

Por unanimidad las traiciones son reconocidas como el lado malo de la Historia. Permanecen como referencias estáticas no ejemplares. Por ejemplo, Lo cometido por Judas a cambio de pocas monedas. Es el lado débil de los protagonistas. Se quedan marcados y en vida, sin futuro. El significado actual de la palabra traición proviene del léxico latino cristiano y se afirma en el siglo V.

Cicerón y Shakespeare inmortalizaron la traición de Bruto a Julio César: “¿Tú también, hijo mío?”. Era el idus de marzo del 44 a.C. Genaro Chic niega que el motivo fuese la conspiración: el futuro de Bruto como prestamista fue perjudicado, dice, porque César limitó los tipos de interés, obligó a los capitalistas a invertir en la península al menos dos tercios de su fortuna para favorecer la circulación, castigó con una quita del 26 % a los deudores de los prestamistas y prohibió que alguien poseyera más de 50 000 denarios en dinero, con el fin de limitar la posibilidad de reclutar ejércitos u organizar revoluciones en su contra. Los recaudadores (conspiradores) se sintieron perjudicados tanto como Bruto.

La Historia está determinada por hechos, años y protagonistas. Su interpretación, aunque llena de datos, no es objetiva. Dependerá de la ideología de quien la escriba. El llamado descubrimiento de Abya Yala para los europeos fue bueno. Lo contrario para quienes los vieron por primera vez.

En varias épocas aquí y allá se registran deslealtades a la fidelidad y a la confianza, con gran trascendencia pública, social, política. Malinche, nacida en Veracruz, fue una de las veinte esclavas dadas por los indios de Tabasco como tributo a los extranjeros a cuyo jefe, Hernán Cortez, ayudó a conquistar México, luego se casó y finalmente tuvo hijos con él.

Felipillo, según algunos historiadores nacido en la isla Puná, ayudó a los extranjeros Francisco Pizarro y Diego de Almagro para llegar a Cuzco. En los preámbulos de la república de la Gran Colombia, Francisco José de Paula Santander fue juzgado y condenado por atentado. Manuela Sáenz lo supo y evitó la muerte de Simón Bolívar. Lo noveliza García Márquez.

Las ejecutorias de Eloy Alfaro lesionaron a los sectores dominantes. Su noción de equidad y justicia le llevó a incorporar a dos coroneles indígenas al ejército nacional: Alejo Sáenz y Manuel Guamán, y a cuatro mujeres coronelas: María Gamarra, Filomena Chávez, Joaquina Galarza y Feliza Egüez.

No le perdonaron. Las viejas élites y Leonidas Plaza Gutiérrez, a quien Alfaro impulsó a la Presidencia de la República, lo traicionaron pactando con los terratenientes de la Costa y de la Sierra.

Un Presidente acompañó varios años al anterior. Prometió ejecutar el Plan de Gobierno con el cual triunfó. Hizo lo contrario: adoptó el de su opositor como recurso para conciliar al país y librarlo de la corrupción.

La Historia se repite a la sombra de la condición humana.