Yankilé Hidalgo

La palabra desde lo femenino

Hay tierras que son más fértiles que otras para que se dé silvestre la poesía. Es como si de ellas se desprendiera una especie de vapor que se va fijando a la piel, dejan de ser hoja vacía para ser lumbre, esperma, trasiego de efervescencia y fulgor para las letras.

Cuba, el país donde nací, y Ecuador, el que me da abrigo, entran en este registro que se hace cada vez más evidente para los ojos del mundo. La poesía escrita por mujeres ha ido ganando espacio en revistas especializadas, eventos, talleres, recitales y lanzamientos de libros. Aunque no quisiera olvidar ni un nombre de las creadoras en esta tierra andina, debo nombrar aquellas con las que he tenido un acercamiento con su obra.

El país ha sido escenario para poetas como Neli Córdova (San Gabriel), quien con letra firme sonsaca al lector para que se inmiscuya en los placeres del tiempo: “ellas/las tentaciones de los vivos/nos mostraron las llaves/de quienes nos olvidan”.

Elsy Santillán(Quito) hace vibrar con su esencia, se sumerge en los estragos que da la inconformidad ante lo injusto y grita ante la incertidumbre al saberse portadora de la palabra precisa: “en estos sitios se dejan/verdades expuestas/mentiras deshiladas/pliegues/de nuestro peregrino paso”.

Marialuz Albuja (Quito) conversa con un Yo poético abierto al diálogo, lo encara y celebra: “Rózame con tus alas para saber que existo/aunque no sé de coordenadas/y he perdido las señales/que podrían ser el mundo”. La voz de Sara Venegas (Cuenca) pasa por un corredor que aprehende los más sutiles engranajes de la lírica: “crean las voces las estatuas,/en las faldas herméticas de las montañas/en el fondo del mar/un día te crearon en mi garganta”.

Sonia Manzano(Guayaquil) sorprende con una lírica exquisita, voraz ante la seducción de sus letras hechas mujer: “Algo que no es la rosa de otros días/fluye entre los muslos”.

La poesía femenina ecuatoriana surge de un universo que se compromete con la investidura de la palabra.

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