‘¿Qué hará con la ley de medios en su poder si no lo que hasta ahora ha hecho sin ella? Su cultura política solo es autorreferente, intolerante y prebendaria. Multiplicará su presencia en emisores radiales y televisivas, tratando de extenderla también a la prensa escrita. Buscará realizar su sueño básico. Querrá, una vez más, serlo todo a expensas de todos’”. Este comentario fue escrito en octubre del 2009 en La Nación de Buenos Aires por Santiago Kovladoff . De otra parte, la señora Presidenta de la República Argentina, doña Cristina Kirchner, en recientes declaraciones, dio su opinión: “todos tienen derecho a ser criticados, los funcionarios públicos, los periodistas, los empresarios y los sindicalistas”, al encabezar un acto en el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). …“vivimos en la Argentina con una libertad de prensa inédita; cualquiera puede decir o escribir lo que se le dé la gana”. “Jamás hubo en toda la historia una libertad de prensa similar a la que hoy tenemos”.
Las reflexiones de Kovladoff, filósofo, ensayista y columnista, fueron vertidas a propósito del proyecto de ley de medios que también se debate en el Congreso argentino. Se refieren a los riesgos de la libertad que son permanentes en su país que, así como es emblemático en la ciencia y la cultura, es prontuariado por sus horrores políticos.
Sin embargo, ese contenido del 2009 pareciera estar dedicado al Ecuador un año después. En este país, impregnando por el maniqueísmo y fundamentalismo en muchas áreas del oficialismo, la libertad de prensa transita por los peldaños más peligrosos de la historia. Existe un proyecto debatido por nueves meses, fue objeto de un democrático acuerdo de todos los bloques parlamentarios, existen discrepancias doctrinarias en el oficialismo; sin embargo, todo dependerá del supremo veto presidencial que por una inconstitucional aplicación del artículo 138 de la Constitución, tiene abiertas las puertas del Registro Oficial.
Las citas argentinas muestran la confrontación entre el periodismo y el poder como siempre ha sido en una democracia. Lo contrario sería que no exista y admitir que desde el poder se controle, regule y sancione a la información u opinión El gran problema, entre nosotros, es que los ‘ayatolás’ del oficialismo en la Comisión Especial que elaboró el proyecto de ley de Comunicación, nunca comprendieron la diferencia entre la censura previa y las responsabilidades ulteriores. La primera protege omnímodamente al poder, mientras que la segunda solo puede sancionar la violación a la reputación de los ciudadanos o a la seguridad nacional; por eso, es preferible asegurar al poder mediante un Consejo de Comunicación e Información. Están convencidos que un Gobierno prevenido vale por dos en Aguas, Comunicación, Cultura o Universidad o cualquier otra área estratégica.