Podría ser que la ex presidenta argentina Cristina Kirchner emprenda su último viaje al exterior, siempre que le dejen. Después de haber intentado engañar a su pueblo y al mundo con el relato oficial de la década ganada poco a poco se va destapando el auténtico sentido de esa ganancia, puesto que ya se va descubriendo en la justicia todo aquello que los medios vinieron destapando con profusión mientras los jueces se hacían los desentendidos.
Tuvo que cerrarse el ciclo kirchnerista para que esos mismos jueces empiecen a destapar la cloaca de los negocios turbios y millonarios del clan familiar que gobernó la Argentina con impudicia.
Hoy se vuelven a repasar los videos de los colaboradores de altos cargos contando billetes incansablemente, los escondites de los millones, las propiedades inmobiliarias de las grandes constructoras como las de Lázaro Báez, el hombre de confianza de Néstor Kirchner, y sus millonarios contratos con el Estado.
Ahora cerca de un centenar de cargos altos y medios están imputados. Los juicios pueden tardad algún tiempo, pero el agua de la correntada ya pasa por los tobillos de la familia Kirchner y es probable que pronto empiecen a dictarse sentencias.
Como se decía en el discurso fue una década ganada. Pocas personas pueden ganar tantos millones en tan solo una década, un acto de magia o de impudicia.
Los escándalos se intentan tapar con actos de solidaridad aludiendo al origen ideológico del actual Gobierno frente al pseudo origen popular de los derrotados en las urnas, hoy asustados por la acción de la justicia. El viaje de la exmandataria al Ecuador para recibir una condecoración de la Asamblea a fin de septiembre puede ser el último. Tal vez podría visitar el injustificado monumento al difunto Néstor Kirchner en la Mitad del Mundo.
El Ecuador es demasiado ingenuo, se permite homenajes y estatuas a quienes serán recordados por la peor corrupción de los últimos tiempos.