La realidad muestra que, por lo menos en el asunto de la justicia, no hay el cambio tan prometido por la clase política. Recordemos que el joven Presidente Roldós anunció que iba a “inaugurar la justicia”, pero las cosas continúan iguales.
El Defensor del Pueblo Dr. Ernesto Pazmiño Granizo, en Teleamazonas, afirmó que nuestra justicia es “selectiva”.
Producto de su conocimiento y experiencia, habló de un comportamiento distinto de los jueces con las personas cercanas al poder, o que forman parte de él, a las que dan un trato especial cercano a la impunidad. Si el ciudadano está más distante del poder, afronta peligro; y si está lejos del poder no tiene quién le auxilie. Peor aún: si está contra el poder, la justicia actúa rápidamente y lo sanciona de alguna manera. Preguntó: cuántos ricos están en las cárceles? Su relato confirmó que la justicia es para los de poncho, para los pobres, a quienes la ley los aplica, a veces, penas excesivas por actos delictivos menores.
La intervención del Defensor ecuatoriano, trajo a la memoria lo que en la década de 1960 al 70, dijo un Presidente de la Corte Suprema del Ecuador: “La justicia es relativa”. Haberlo dicho y soportar una avalancha de críticas y condenas, fue todo uno. No cabía en la mente de muchas personas que ese concepto corresponda a la realidad, pese a que los de economía pobre continuaban recibiendo sanciones; y personajes de la alta alcurnia política, eran exonerados de responsabilidad.
Se recordó, entonces, que en la poderosa Unión Soviética existió un jurista de la más alta calidad, el Dr. Andrei Vyshinsk, Canciller y maestro en el Derecho. Falleció en 1954. Hombre de edad madura y experimentado, se atrevió a decir que el Juez socialista también puede equivocarse.
Igual que entre nosotros, en el país del Canciller, particularmente los juristas jóvenes todavía sin mayor experiencia, elevaron la protesta más airada, aduciendo que el Juez socialista siempre acierta. Imposible, para ellos, que un Juez socialista se equivoque y no llegue a la verdad en su veredicto.
Estas remembranzas a propósito de los escandalosos negocios denunciados en la modernización de la Refinería de Esmeraldas que, según algunos, no debía costar más de 200 millones de dólares y ha terminado demandando inversión de más de 1.000 millones.
Una serie de nombres se mencionan en este negocio; ordenan su prisión pero ninguno se encuentra ya en el Ecuador: hubo un aviso público y oportuno de que corrían peligro. La actuación tardía para impedir su “fuga”, origina reproches entre elementos gobiernistas de la Asamblea, la Contraloría y la Fiscalía General del Estado.
Mientras tanto, las cárceles nacionales alojan, por miles, a personas de economía pobre y lejanas del poder político, por sentencias de la justicia selectiva.
eecheverria@elcomercio.org