Arturo Moscoso Moreno

¿Esto es Justicia?

Mientras escucho el alegato de cierre de mi colega que patrocina a la otra parte, veo como empiezan a cerrársele los ojos a la Juez que debe emitir su sentencia dentro de poco. Cada vez los deja cerrados más tiempo, hasta que parece que definitivamente se ha quedado dormida. Sin embargo, de pronto reacciona, como despertando de un sueño, y a viva voz, lo que nos asusta un poco a todos, le pide celeridad al abogado, que termina rápidamente lo mejor que puede.

Ahora me toca a mí, y mientras me levanto para dirigirle la palabra a la sala, prácticamente vacía por las restricciones de aforo por la pandemia, me pregunto qué sentido tiene todo esto. Estoy seguro de que la Juez ya ha decidido su sentencia, es más, viendo como ha actuado en el transcurso de la audiencia, estoy casi convencido que llegó con su decisión lista. No solo que hizo gala de una prepotencia que lamentablemente es usual en varios servidores de justicia que piensan que dirigir un proceso es maltratar a los usuarios, sino que no dejó que ninguna de las partes interroguemos a nuestros testigos. Su argumento era que no pensaba que tuvieran nada que aportar, ¡los testigos de los hechos que queríamos probar!

Un llamado de atención de la Juez me saca de mis cavilaciones. “Por favor, rapidito, Doctor, que no tengo todo el día” – me dice. Le explico muy sucintamente porque debería decidir como hemos pedido y le solicito, sin mucho convencimiento, que intente analizar las cosas desde un ángulo distinto, aunque sé que será en vano.

Es que no solo es la actuación de la Juez durante el proceso lo que me hace tener ese presentimiento, sino también un tema más de fondo: un buen número de jueces de primera instancia no hace un análisis a profundidad del caso sobre el que tienen que decidir. Hay muchas causas: acumulación de juicios, desconocimiento, pereza, o lo que he bautizado como “conservadurismo legal”, que se evidencia cuando en casos controvertidos prefieren no agitar mucho las aguas y les dejan las decisiones complicadas a los jueces superiores. Esa es una de las razones por la que muchas de esas sentencias luego son destrozadas en las siguientes instancias.

La sentencia resultó lo que esperaba y mientras formulo mi recurso de apelación, me pregunto si esto es justicia. Se lo pregunto también de forma retórica a la Juez, que solo me mira con sus ojos somnolientos. ¿Cabrá hablarle de la importancia de la justicia para la democracia? ¿Que cuando la primera no funciona la insatisfacción y rechazo con la segunda aumentan? ¿Del valor que tiene para sostener el Estado de Derecho el papel de los jueces? ¿De la labor fundamental que tienen éstos en la defensa de la Constitución y los derechos fundamentales? “Lo dejaré para la segunda instancia” me digo mientras termino y la Juez suspira aliviada.