Julian Assange lleva seis años ejerciendo de hacker refugiado en la embajada en Londres. Su estancia estaría por concluir.
A principios del año transcendió que la Canciller Espinosa consiguió que el Presidente Moreno le extienda la ciudadanía ecuatoriana al australiano; la Cancillería lo enroló y pretendió torpemente que Gran Bretaña le reconozca inmunidad diplomática, para que salga a un cómodo asilo en Quito. Foreign Office debe haber respondido cortante.
El Presidente ya se hastiaba del hacker. En diciembre, Assange se comprometió con el gobierno nacional a no interferir más en asuntos nacionales o internacionales. Se derramó la última gota cuando reincidió en intervenir en pro de la secesión de Cataluña.
¡El mundo gira! En marzo el gobierno le quitó acceso telefónico, internet y seguridad.
En julio, el presidente Moreno viajó a Londres a un encuentro de discapacidades. Algunos observadores sostienen que el verdadero motivo del viaje fue negociar con las autoridades británicas la entrega de Assange. Que su única condición era que se le respetara la vida, declaró en Londres Moreno.
En agosto 6, en entrevista para el canal colombiano NTN24, el Presidente Moreno reveló que había contacto con los abogados de Assange “para llegar a algún acuerdo, en el que debe prevalecer la vida de Assange y… que abandone la embajada y se someta a un juicio que le corresponde.”
Assange se asiló para que Gran Bretaña no lo extradite a Suecia donde la justicia lo investigaba por violación a dos seguidoras. Assange sostuvo que Suecia lo extraditaría a EE.UU., por haber publicado información sustraída por el soldado Bradley (hoy Srta. Chelsea) Manning. Lo de extradición fue pretexto. Londres sería más propenso que Estocolmo a extraditarlo a EE.UU. Además la publicación de información sustraída, si bien ilegal en EE.UU., la hacen los medios estadounidenses, y el gobierno lo tolera.
Suecia se hastió del caso de violación y lo archivó. Queda pendiente con Gran Bretaña la violación de la libertad bajo fianza, que conlleva una pena de prisión menor.
Pero hay un elemento nuevo. Impune en la embajada, Assange difundió información hackeada por Rusia para incidir, con éxito, en las elecciones de EE.UU. de 2016 y elegir a Trump, a quien Putin veía como un toro loco fácil de lidiar. Hoy, en EE.UU. un procurador especial investiga el caso, lo que podría culminar en inculpaciones a Assange.
Pero en este peligro, paradójicamente, estaría la solución. El prominente senador oficialista Rand Paul propone la inmunidad para Assange a cambio que declare sobre el robo de documentos al Partido Demócrata. Un abogado de Assange reconoció que contemplan que Assange viaje a Washington y colabore. Con lo que finalmente el Presidente se sacaría esa piedra en el zapato .