Como diría el abogado que transmite partidos de fútbol: ¡por favor! No han de haber faltado quienes comenzaron a soñar con portaaviones, navíos de guerra, submarinos, aviones espías y cuanta arma bélica se les ocurra. La imaginación voló por las redes, algunos se conectaron inmediatamente con la guerra de las Malvinas, surgieron los sentimientos ultranacionalistas, especialmente de aquellos que al primer disparo salen corriendo.
Fogosos discursos noctámbulos en la Asamblea, convocada con todo el drama que la imaginación podía diseñar. No faltaron los que proclamaron el espíritu revolucionario de Julián que ni siquiera con sus cables ilegales obtenidos por su organización logró la atención mundial en tan poco tiempo.
Llegaron al país compungidos cancilleres de los países amigos con proclamas solidarias a escuchar discursos, a sacar conclusiones, redactar resoluciones, compartir cálidas conversaciones en un exclusivo hotel de Guayaquil. Mientras tanto el personaje de marras se saciaba con pizza y con Coca Cola, la comida y bebida creadas por el imperio.
Es bueno recordar que el pueblo ecuatoriano siempre ha sido solidario, no es la primera vez que estalla un conflicto diplomático. Frente al destemplado comunicado británico que generó la reacción, no cabe duda que todos respaldaríamos la decisión gubernamental.
Durante el conflicto armado de 1981 en Paquisha, cuando gobernaba Jaime Roldós, todos nos unimos para respaldar la defensa territorial.
Más recientemente, en 1995, durante la guerra del Cenepa, nos unimos al presidente Durán-Ballén y como periodistas nunca dejamos de informar al mundo de todo cuanto ocurría durante el desarrollo del conflicto.
En el actual conflicto diplomático que envuelve a Ecuador con Gran Bretaña, Suecia y Estados Unidos, considero absolutamente descabellada cualquier insinuación de un país de ingresar a la sede diplomática de otra nación para intentar rescatar a un individuo extranjero que solicitó asilo.
Según analistas, eso sería un atentado a la soberanía de un país y si llegara a ocurrir semejante despropósito desde ya adelanto mi protesta y respaldo a toda acción que pueda hacer nuestra diplomacia y el Jefe de Estado.
Hay que tomar las cosas con calma, dimensionar los acontecimientos sin inflamarse, como hacen algunos. Esto no es igual a la guerra de las Malvinas, un conflicto promovido por una cruel dictadura que buscaba el apoyo del pueblo al que había reprimido con sangre, fuego y desaparición de miles de opositores.
Ni hay que dudar de que, fuera de cualquier cálculo político, la decisión de asilo es soberana, ni debemos creernos que Julián es un revolucionario y que no deba responder a las autoridades suecas por presuntos delitos sexuales.