Cada vez me convenzo más de que la dueña de la tienda de la esquina y el taxista son mejores informantes del estado de ánimo de la gente que las famosas encuestadoras. En la tienda pasa todo el barrio diciendo sus chismes, verdades, frustraciones políticas. En el taxi lo mismo. En estos espacios populares se crean y recrean imaginarios y percepciones de una riqueza y agudeza singulares. Me consta que allí se pronosticaron las caídas de presidentes y se elaboraron con precisión los resultados de las elecciones.
Mi última averiguación a la dueña de Víveres Rosita y a todo chofer de taxi en el que me he transportado últimamente ha sido sobre el juicio al Fiscal.
Según ellos, la gente ya ha tomado postura frente al funcionario. El caso del arrollamiento y muerte de Natalia Eme y todas las denuncias hechas por los interpelantes han calado en la conciencia de la población. Su imagen está seriamente afectada.
En contraste, la figura de los asambleístas interpelantes ha subido, la de Rosana Alvarado, Virgilio Hernández, Paco Velasco y particularmente la de María Paula Romo. Los ven valientes, decididos y transparentes limpiando la cara de la Asamblea y sintonizando la necesidad social de que el oficialismo al fin tenga una actitud crítica y autocrítica. Por este motivo la imagen del presidente Fernando Cordero también ha subido.
Es cierto, la Asamblea estaba cada vez más de capa caída. La figura de ‘levantamanos’ y de sumisión frente al ejecutivo es un fardo que pesa. Su prestigio y credibilidad se fue a pique cuando se negó una y otra vez a fiscalizar a ministros y ministras acusados por manejos dudosos o por negligencia.
Por esto, “da gusto ver, que por fin la Asamblea inicie la fiscalización”, dicen los vecinos del barrio y los usuarios de los taxis. “Huele mal”, según ellos, la resistencia a investigar al Fiscal o la defensa abierta o camuflada, de parte de varios asambleístas de Alianza País, del PRE y de otros.
Crece la sospecha de “mucho rabo de paja” y de intereses ocultos.
Por todo esto, la persistencia de los interpelantes ha ayudado a recuperar en algo la imagen de la Asamblea. En cambio, la acción de los “defensores” del Fiscal la volverá a hundir, si en su afán de evitar el juicio logran que la Comisión de Fiscalización lo arroje al tacho de basura, echando también por la borda lo que la Asamblea ha avanzado en credibilidad. Pero si esto pasa, también irá al mismo sitio la suya propia.
El mejor escenario para todos es que el juicio se realice. Que el país de manera transparente pueda evaluar los argumentos del uno y del otro. Que juntos lleguemos a la verdad.
Sobre todo el Presidente de la República, quien con urgencia debe tomar distancia del hecho, ya que de no hacerlo corre el riesgo de seguirse quemando, según dicen las voces de la tienda y del taxi. ¿Juicio? Sí.