Las relaciones de vecindad entre Corea del Norte y Corea del Sur se han caracterizado, desde su fundación, por tensiones intermitentes, que desembocaron en una guerra convencional en 1950. Hace pocos meses se reactivó la situación a propósito de unas maniobras militares conjuntas de tropas norteamericanas y surcoreanas, junto con unos desplantes belicistas del Gobierno de Corea del Norte. Para apreciar el tema en su contexto histórico importa señalar algunos datos relevantes.
Se dice que Tangun, gobernante mítico, fundó Corea hace más de 4 000 años y que allí florecieron varios reinos sucesivos. Entre los siglos XVII y XIX, la península fue ocupada por China, hasta el año 1895, fecha en la cual Japón, en la época potencia emergente, derrotó a ese país en una confrontación bélica. Japón pasó entonces a ocupar el territorio coreano hasta 1945, que coincide con el término de la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos y la Unión Soviética, dos de los aliados vencedores en la conflagración planetaria, se repartieron el territorio coreano dividido mediante el paralelo 38, correspondiéndoles el sur y el norte en el orden indicado. Ambas potencias, que dejaron la impronta de sus respectivos sistemas políticos hasta ahora, cesaron su ocupación en 1948 y dieron paso a la fundación de las dos Repúblicas. La URSS dejó a Corea del Norte con un equipo militar significativo, muy superior al de Corea del Sur.
Apenas dos años después de su fundación, tropas de Corea del Norte invadieron a Corea del Sur, el 25 de junio de 1950. La asimetría del poder bélico era tan evidente que los norcoreanos capturaron Seúl en un par de días, liberada luego por el general MacArthur. Después contaron además con el apoyo de China. Intervino de inmediato EE.UU. en auxilio de Corea del Sur y sometió el asunto al Consejo de Seguridad de la ONU, que aprobó la conformación de una fuerza multinacional, cobijada con la bandera de la ONU. Las alternativas de una guerra cruenta y absurda se prolongaron por tres años, hasta la firma de un armisticio en julio de 1953.
Corea del Norte, desde entonces, ha concedido prioridad a sus aprestos militares, con mengua de la atención a necesidades básicas de su pueblo, y últimamente ha destinado recursos para ensayos nucleares, sancionados por el Consejo de Seguridad. Su joven gobernante, en respuesta a las maniobras citadas al comienzo, desconoció la vigencia del armisticio y declaró a su país en estado de guerra, anunciando el disparo de unos misiles contra sus enemigos el 15 de abril último, por el centenario del nacimiento de Kim Il Sung, su abuelo y fundador de Corea del Norte.
Ante estos acontecimientos, el Secretario de Estado de los EE.UU. viajó a China para gestionar que aplaque los ánimos imberbes de su pupilo y cese sus amenazas, en beneficio de los intereses recíprocos de las dos grandes potencias, que juegan un papel relevante en el ajedrez geopolítico de la comunidad internacional.