La naturaleza del Consejo de participación Ciudadana y Control Social, Cpccs no es perversa, es algo que va más allá. Para mí la institución es un caldo de muchos conceptos: antidemocrática, facilitadora de la instalación de mafias en el poder, pantalla de fiscalización precisamente para que esta no exista, y sobretodo boba. Es el perfecto reflejo de un folclore político verde (nótese el juego con los distintos significados del color, desde lo inmaduro hasta el verde flex) y subdesarrollado.
Pero la mala idea no es nuestra. ¿Saben dónde está el precedente de esta institución? En los artículos 274 y siguientes de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Justo en medio de las disposiciones respecto al ‘Poder Judicial’ y las del ‘Poder Electoral’, se encuentra el capítulo sobre el ‘Poder Ciudadano’. En el artículo 275 se lee, “Los órganos que ejercen el Poder Ciudadano tienen a su cargo, de conformidad con esta Constitución y con la ley, prevenir, investigar y sancionar los hechos que atenten contra la ética pública y la moral administrativa; velar por la buena gestión y la legalidad en el uso del patrimonio público…” Exacto, Correa no solo importó un modelo de corrupción exacerbada, también importó las pavadas legales que lo protegerían.
La institución no aguanta el menor análisis. Supuestamente en democracia el poder emana del pueblo soberano – todo el poder – y la norma suprema lo cataloga, divide y asigna ente legislativo, ejecutivo, y judicial.
¿Alguien me puede explicar cómo el Poder Ciudadano se diferencia de aquel que emana del pueblo soberano?
¡¿Existen entonces otros poderes de igual jerarquía que aquel que emana del pueblo?!
Como diría el comediante español Gran Wyoming, “ya conocen las noticias, ahora les contaremos la verdad.” El Poder Ciudadano o la Participación Ciudadana es un artificio cuyo objetivo principal es establecer una institución que se adueñe de lo “ciudadano”. Dado que los mafiosos no pueden apropiarse de la voz del pueblo (por más deuda y gastos que despilfarren) la instituyen en una entidad, esta sí susceptible de ser apropiada. Simple pero horrendo.
Entonces llega Trujillo y usa ese poder para desmantelar una máquina delictiva (aunque yo no haya siempre estado de acuerdo con sus métodos, incluso los critiqué aquí). Y, como último golpe de gracia y de inteligencia, anunció que desde mayo se dedicaría a recolectar firmas para eliminar la institución de inspiración chavista.
Los días de luto, los honores de Estado, son justos y necesarios. Pero tengo la convicción que hay otra forma más importante de honrar su vida, y también de honrar las nuestras. Hay que deshacerse del Cpccs. Sino cabe la posibilidad de que vuelva a convertirse en una institución venezolana.