El viernes 10 de marzo, el foro cívico Cauce Democrático, después de hacer un análisis objetivo de la realidad política, económica y social del Ecuador y en plena coincidencia con el criterio de la mayoría de los ecuatorianos, reconoció que es indispensable un cambio político que ponga fin a las prácticas autoritarias y antidemocráticas del gobierno, restaure el imperio de la ética y la ley, respete los derechos y libertades y, en definitiva, ponga en vigencia la democracia en el Ecuador. Frente a la alternativa que se presenta para la segunda vuelta electoral, anunció su apoyo a la candidatura de Guillermo Lasso.
Al día siguiente, el señor Long, súbdito británico y francés devenido ecuatoriano y Ministro de Relaciones Exteriores, por obra y gracia de Rafael Correa, se refirió a los integrantes de Cauce Democrático de la siguiente manera: “Aquí están actores de todas las estafas y entreguismo de la larga y triste noche”.
Cauce Democrático es un grupo integrado por escritores, académicos, políticos, artistas, periodistas, militares, empresarios y diplomáticos que han servido al país por muchos años, de manera desinteresada y patriota, en las más altas funciones de los poderes del estado –presidencia y vicepresidencia de la república, presidencia del Congreso Nacional, ministerios, etc.- ganándose el respeto general. Acusarlos, en términos genéricos de ser “actores de todas las estafas y entreguismos” es una calumnia inaceptable.
El autor de este despropósito, por supuesto, ha seguido fielmente el modelo retórico de agravios y descalificaciones puesto de moda en el Ecuador desde hace diez años, pero se ha burlado, además, de los valores éticos que el pueblo, por encima de toda lucha política, ha forjado y hecho suyos a lo largo de la historia.
Tan injustificada postura ha merecido el rechazo general pero, al mismo tiempo, ha alimentado las pasiones políticas que, sin mesura, se han puesto de manifiesto en la contienda electoral.
Es inaudito que el autor de tamaño desafuero sea el Ministro de Relaciones Exteriores, cuyas competencias no incluyen el ámbito de la política interna. El señor Long, con su conducta, se ha descalificado presentándose como un vulgar insultador.
Asombra, además que tales agravios provengan de una persona que recibió, no solo la generosa acogida que el Ecuador ofrece a todos, sino el otorgamiento de la nacionalidad. Bueno sería conocer qué relevantes servicios prestados a la nación servirían de base a tal privilegio.
Ojalá el académico Long, como francés, reflexione con lógica cartesiana al pensar; como inglés, que sea sobrio y prudente; como ecuatoriano, que respete a los ecuatorianos y que, como ser humano, ejerza con ética y decencia el derecho de opinar.