El 17 de diciembre del 2015 se anunció una novedad que llamó la atención mundial. Nada menos que una nueva relación entre dos adversarios, perdón, dos enemigos de ayer. Nada menos que entre Estados Unidos y Cuba.
El gigante y la isla, protagonistas de la crisis de los misiles y de Bahía de Cochinos, por citar dos de los cientos de incidentes de ayer. ¿Era verdad? Por supuesto, tanto que el presidente de USA, el afroamericano Barack Obama, viajó el domingo pasado en un novedoso Boeing hasta La Habana y, para sorpresa de muchos, luego de no ser recibido por el presidente-dictador Raúl Castro Ruz, subió a su carro ‘La Bestia’ y se instaló en la bella ciudad antillana. En compañía de su esposa Michelle, de sus hijas y de su suegra se dio un paseo, caminando bajo la lluvia, con sendos paraguas por supuesto, y luego comió en uno de los pequeños restaurantes semiprivados ‘Paladar’. La nueva relación era verdad.
Seguramente, Obama y Raúl formularon votos en pro de que no triunfe Mr. Trump pero no se refirieron públicamente al tema. El Presidente de Estados Unidos invitó a Castro y a los cubanos en general para que reciban a decenas de miles de turistas gringos, terminando definitivamente con los enfrentamientos de ayer y con la ‘Guerra Fría’.
Raúl Castro aceptó -por vez primera- una pregunta y media en la rueda de prensa y varios periodistas plantearon el tema de los presos políticos. La respuesta fue un poco misteriosa pero parece que han rebajado, aunque a las ‘Damas de blanco’ les arrestaron cuatro horas antes de que los disidentes se reúnan con el visitante. Castro, por otra parte, tuvo una actitud positiva y despidió muy amistosamente al huésped en la puerta del avión.
Obama recibió aplausos pero también críticas. Los republicanos y los cubanos residentes en Miami le dijeron que estaba realizando un mal negocio político. Cediendo mucho a Cuba y no recibiendo nada. Hasta le acusaron de que con este contrato legaliza una larga etapa dictatorial más para el futuro. Los demócratas le apoyan, esperando que Cuba cambie de modelo cuando Raúl Castro -que está por cumplir 85 años- termine su presidencia en el 2018.
Obama, quien entregará el poder en enero, luego de gobernar ocho años, no terminó en La Habana su baño de popularidad. Voló para Buenos Aires y fue recibido por un Mauricio Macri feliz de verle, no solo amistoso sino bailando un tango y tomando un vaso de mate. El Presidente argentino había anunciado en la campaña que será amigo de Estados Unidos y que recibirá a otros gobernantes para invitarles a invertir en su país. Ya llegaron antes el Primer Ministro italiano y el Presidente de Francia.
En una de las reuniones en la capital argentina, Obama invitó a los latinoamericanos a “dejar atrás los viejos debates”, pero el mandatario venezolano, Nicolás Maduro, cree que el gobernante estadounidense busca réditos para el imperialismo.