Correa hizo capital político con inflamados discursos antiimperialistas condenando los Tratados de Libre Comercio, su gobierno no los firmaría; igual que con los juicios a petroleras que también se afirmaba no se pagaría un centavo. La realidad demostró que esta estrategia, discursiva, resultó más cara para el país; difícil ignorar la realidad del mundo globalizado y para ganar no basta la firmeza.
Ecuador, no negoció junto a los otros dos países de la CAN, con mayor capacidad de presión, cuanto más que se le reconocía un estatus especial como país de menor desarrollo. Años después hace enmienda y busca el TLC que se firmará en poco. Las justificaciones para este camino aparte, son inconsistentes, pues los resultados no son muy distantes de lo firmado por los otros países (un período más para vender productos agrícolas a mejor precio, un porcentaje para tal o tal producto ).
Los valones en Bélgica, al tener en suspenso la firma del TLC entre Europa y Canadá, demostraron que, aunque se le cambie de nombre, un TLC es un TLC porque siguen pautas neoliberales para favorecer al más fuerte, en particular a las multinacionales (ver la columna de la semana pasada).
Los pequeños productores con su baja capacidad de competencia y la soberanía alimentaria son perdedores. Lo que campesinos y pequeños productores producen pierde mercado, un gran productor ofrece precios más bajos. Ecuador argumentará que ante Europa protegió la leche líquida, el queso fresco y la mantequilla. Pero como se trata de un acuerdo comercial, cede otros espacios, los europeos expertos en producción lechera, progresivamente introducirán su variadísima producción láctea.
Afectará pequeñas y medianas empresas creadoras de empleo, cuanto más que esta producción en Europa es subvencionada, lo que Ecuador no puede hacerlo.
Valonia demostró que según estos tratados, ante los efectos “secundarios” simplemente se reconoce plazos para su aplicación completa, el más fuerte busca mercados y rompe las barreras de protección a la producción interna, legales o de hecho. ¿Es mejor esto que el regreso al proteccionismo, en el que el país más fuerte simplemente impone todo?.
Clave del TLC es contornar la legislación nacional y exigir que para los conflictos, el más fuerte escoge el tribunal y la legislación. La soberanía queda en discurso. Sin embargo, no se puede ignorar que la mundialización es imparable con su exigencia de competitividad y productividad.
Sin estas se es sólo comprador o simple vendedor de productos primarios. Comunicar la realidad es necesario para que la sociedad sepa a que atenerse y pueda crear defensas; a la par de preparar e invertir en la productividad e innovación del pequeño y mediano productor. Que la infraestructura y la producción eléctrica ayudaran es un hecho, ¡pero tan insuficiente!.