Entre las figuras de la historia ecuatoriana del siglo XX se destaca Jacinto Jijón y Caamaño, empresario y terrateniente, historiador, científico y promotor de las ciencias, ideólogo conservador y político activo.
Nació en 1890. Heredero de una de las más grandes fortunas del Ecuador, se hizo cargo muy joven de la administración de los bienes familiares, pero dedicó gran parte de su tiempo a la Antropología, la Arqueología y la Historia. También se empeñó en hacer una accidentada carrera política como dirigente conservador. Mantuvo una activa vida social y una relación con la aristocracia quiteña. Se casó con María Luisa Flores, nieta del primer Presidente del Ecuador. Con ella tuvo un hijo único, Manuel Jijón-Caamaño y Flores.
Jijón heredó una gran cantidad de haciendas dedicadas a la producción agrícola y se mantuvo como agricultor. Pero siguiendo una tradición familiar, fue también un próspero industrial. Su fábrica localizada en Chillo fue por años la más grande del país y produjo telas de gran calidad. Tuvo en Imbabura un ingenio de elaboración de azúcar e intereses en la banca y el comercio. Administró su fortuna con lucidez, tuvo una vida de gran lujo, pero dedicó grandes recursos a la cultura y la política.
Aunque llegó a los primeros años de la Universidad sin culminarla, fue realmente un autodidacta. Era un gran lector y coleccionista de libros. Desde muy joven se sintió atraído por los estudios arqueológicos. Algunos viajes al Perú y la amistad cercana con el Arzobispo Federico González Suárez le impulsaron a la investigación. Publicó varios textos sobre arqueología peruana y algunos de los libros capitales sobre antropología prehispánica y arqueología del Ecuador. Publicó también algunos trabajos sobre Historia. Pero no solo hizo investigaciones arqueológicas, sino que se constituyó en el sistematizador inicial de la disciplina en el país y el promotor de estancias de investigación en el Ecuador de sabios eminentes como Paul Rivet.
Fue uno de los jóvenes intelectuales que González Suárez escogió para formar en 1909 la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos, que luego pasaría a ser la Academia Nacional de Historia. Participó activamente de la vida de la corporación hasta su muerte. La dirigió por algunos años y se constituyó en su principal apoyo económico. Escribió constantemente en su Boletín, varios de cuyos volúmenes auspició. Jijón tuvo una de las bibliotecas científicas más notables de Sudamérica y logró adquirir para ella obras de singular valor, algunas en manuscritos inéditos. Formó su museo de Arqueología y Arte, que hoy es parte del patrimonio nacional.
La publicación del libro: Jacinto Jijón y Caamaño. Estudios sobre Lima Prehispánica: Maranga realizada por el Municipio es una ocasión propicia para conocer mejor al personaje y apreciar su obra.