En su posesión, 10 de agosto de 1979, Jaime Roldós denunció que recibía un país con una economía desequilibrada; su tarea era la de hacer andar un paralítico. Advirtió: “El pueblo verá una política económica y financiera… de racionalización del gasto público y de real austeridad.” El flamante presidente reveló que el déficit fiscal equivalía al 20% del presupuesto, sin contar el déficit de los organismos de desarrollo, y que había una enorme deuda pública, muy superior a la que reportaba el gobierno saliente.
Su ministro de Finanzas precisó que la deuda ascendía a USD 3 mil millones, lo cual representaba el 21% del PIB, que era de USD 14 mil millones.
Desde 1976, que Ecuador accedió a los mercados financieros internacionales, ha caído repetidamente en la tentación de sobre endeudarse, como un joven que consigue su primer empleo y accede a una tarjeta de crédito.
Las reglas electorales favorecían a que el partido del presidente, CFP, cuente con mayoría legislativa. Pero Roldós y el presidente del Congreso y de su partido, Asaad Bucaram, entraron en pugna, y los legisladores del CFP se alineaban con Bucaram. El tipo de cambio era excesivo para nuestras exportaciones, se había mantenido fijo a pesar de la inflación, gracias a los dólares petroleros. Pero Bucaram propuso una ley para revaluar al sucre.
Los problemas de 1979 son similares los de 2019 con la salvedad que ahora son más graves. La deuda no es 21% del PIB, sino 50%. La revaluación de Bucaram, Roldós la podía vetar, más no así la de Donald Trump producto de su guerra comercial con China.
En estos 40 años, la crisis fiscal ha sido constante. Contrario a lo que se desprende del mensaje de posesión de Roldós, 1979 fue un buen año económico, se iniciaba la primera gran bonanza petrolera. Pero el precio del petróleo colapsó en 1983, cuando estábamos sufriendo el peor fenómeno del Niño de la historia; Ecuador y el resto de la América Latina entraron en moratoria de la deuda externa. Vino un doloroso ajuste con Hurtado y Febres Cordero, y para 1985 el país se recuperaba. Pero el petróleo cayó incluso más hondo en 1986, requiriéndose otra dosis de ajuste. La economía continuó con altibajos, de la mano del petróleo hasta un nuevo derrumbe del precio en 1998, que causó el colapso financiero, indujo otra moratoria y refinanciación de la deuda, y tumbó a Mahuad.
Comenzamos a surgir de la mano de Gustavo Noboa y la dolarización, y a partir de mediados de 2005 el petróleo alcanzaba su mejor nivel en 20 años. Luego tuvimos la mayor bonanza petrolera de la historia, con Rafael Correa, pero de la que salimos, inexplicablemente, con una deuda exorbitante.
Los problemas económicos que denunciaba Roldós nos son familiares, pero su solución, comparada a lo que se requiere hoy, era un juego de niños.