Tú sabes que nosotros no somos así de horribles. Así, atrabiliarias, son las personas en las que hemos delegado la responsabilidad de que nos representen y administren la cosa pública. Esas personas son las responsables de que 151 de tus compatriotas hayan tenido que pasar por la pesadilla que están pasando.
Ecuador es más bien un país afable –creo que en los 18 años que vives aquí ya lo has comprobado–, un pueblo pronto a recibir al extranjero; por novelería, quizá, y también a fuerza de experiencia: llevamos décadas recibiendo desplazados colombianos (con un insuficiente apoyo político y económico de la comunidad internacional), haciendo lo que buenamente se puede.
Y claro, también sabes que no somos perfectos; a veces, ignorantes, con poco mundo y mucho miedo, se nos escapan signos de xenofobia, pero creo que nada grave. Espero estar en lo correcto. Lo que definitivamente no somos es esos seres arbitrarios que están por encima de la ley. Porque la ley dice que la detención sin motivo alguno de extranjeros con sus papeles en regla es ilegal; y, por ejemplo, algunos de los cubanos sujetos desde la semana pasada a “un trámite migratorio” (no se puede decir que estuvieron y están detenidos, según la fiscal Tania Moreno, aunque hayan sido tratados como tales) están aquí legalmente.
La ley también prohíbe la deportación colectiva en el marco de un proceso de control migratorio, que es lo que los responsables de este zafarrancho nos han dicho que es.
Intransigencia. Con esa palabra marcada a fuego en el corazón pisaron suelo cubano las decenas de personas que este fin de semana fueron embarcadas en un avión militar, rumbo a La Habana. Cuántos de tus conciudadanos no comprenderán nada. Vinieron a parar al país que promulgó a los cuatro vientos la ciudadanía universal, hace menos de diez años. Hoy, ese mismo país está dando señales de criminalización de la migración irregular.
Se supone, y tú y yo hemos escuchado a quienes administran el país decirlo, que no existe gente ilegal, solo gente, y como tal tiene derechos (a apelar una decisión judicial, a ser beneficiaria de un hábeas corpus…). Claro, aplica para el discurso para TV, y también para reclamar contra los malos tratos que varios ecuatorianos sufren afuera del país, cuando como migrantes sin papeles buscan una oportunidad económica en el Primer Mundo.
Te ofrezco disculpas y a través tuyo a tus compatriotas maltratados en mi país. No por algo que no he hecho (ni yo ni los millones de ecuatorianos que estamos estupefactos ante este despropósito), sino por seguir permitiendo que funcionarios públicos continúen haciéndolo a nombre mío, y a nombre de un Ecuador que no es como ellos. Me disculpo por no hacer nada para que este tipo de cosas contra propios y extranjeros dejen de ocurrir. En verdad, no sabes lo mal que me siento.