El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, en un vibrante discurso pronunciado hace pocos días en la ONU, planteó la admisión de su país como Estado miembro de la Organización mundial, generando un eco mediático planetario y expectativas de diversa índole en su pueblo. Su incorporación a la ONU requiere de la recomendación del Consejo de Seguridad a la Asamblea General, según el Art. 4 de la Carta. El asunto ocupa la atención de la opinión pública internacional, pero para emitir un juicio objetivo hay que tomar en cuenta ciertos antecedentes históricos.
Bien se conoce que el dilatado periplo histórico del pueblo judío ha estado marcado por los rigores de la diáspora y su forzosa dispersión por diversas latitudes del orbe, hasta que a finales del siglo XIX se instauró el movimiento sionista para impulsar el retorno a la tierra prometida y la creación de un Estado judío.
Un intrincado juego diplomático de varias décadas, con intereses contrapuestos en el Medio Oriente, accedió al marco institucional de la ONU, donde la Asamblea General, el 29 de noviembre de 1947, aprobó una Resolución por la cual se acordó dividir el territorio de Palestina en dos Estados, Israel y Palestina, con un régimen internacional para Jerusalén. La Resolución contó con el apoyo mayoritario, incluido el del Ecuador, pero tuvo la oposición del bloque árabe. Gran Bretaña, la potencia administradora por mandato de la Sociedad de Naciones (1919), se comprometió a abandonar Palestina el 15 de mayo de 1948, entre odios y resentimientos de las partes.
El viernes 14 de mayo, el Consejo Nacional Judío proclamó la creación del Estado de Israel, y no lo hizo el 15 porque el sábado es un día ritual para el pueblo judío. El mismo 15 de mayo cruzaron las fronteras de Palestina las tropas de 7 Estados árabes, abriendo cauces a una confrontación intermitente que perdura hasta nuestros días. En el campo anecdótico vale la pena recordar que, en 1949, fue prisionero del ejército judío el entonces capitán y futuro jefe de Estado de Egipto Gamal Abdel Nasser.
La oposición árabe a la resolución de la ONU ha incluido el desconocimiento de la existencia jurídica del Estado de Israel y ha provocado varias guerras (1956, 1967 y 1973), con sendas victorias de las fuerzas judías y la expansión del territorio de Israel. Desde entonces se han desarrollado negociaciones intermitentes, con participación importante de EE.UU. Pero los fundamentalistas de ambos lados han impedido una solución. Esperemos que el Consejo de Seguridad pueda alcanzar una paz integral para los dos Estados, con fronteras definidas y garantías recíprocas de seguridad, para que Palestina sea el Estado 194 de la ONU.