La estrategia de Al Qaeda cumplió un plan siniestro: desplazar sus comandos suicidas en aviones secuestrados, para destruir uno de los símbolos de la libre empresa, las Torres Gemelas en el World Trade Center de Nueva York. Esa vertiente religiosa islámica surgida de la interpretación que hizo Mahoma de la Biblia por los años seiscientos después de Jesús, fanatizó a una parte de la población humana desde el Oriente Medio hacia el este; y de no ser porque los reyes de España Isabel de Castilla y Fernando II de Aragón, lograron la expulsión de esa cultura musulmana instalada en España, durante setecientos largos años, en 1492 con la reconquista de Granada, habría que preguntarnos: ¿Cómo estaría hoy situado el mundo con la consolidación del dominio árabe en España, y más aún si ellos descubrían América? Pero las huellas de ese dominio árabe están en la gran mezquita de Córdoba, en la Giralda de Sevilla, parte de la mezquita transformada en Catedral católica, en la torre del Oro y los Reales Alcázares, y en la arquitectura mudéjar de Granada. Ese 1492 Colón descubrió América y se extendió la religión católica.
Desde septiembre de 2001 han pasado 12 años y aquel peligro ha tomado cuerpo en la guerra religiosa de Siria, cuyo gobernante Al Asad tiene el apoyo de Hezbolá, cuerpo armado de tendencia chiita con sede en Líbano, y declarado enemigo de Israel, junto a Irán ,gobernado por el fanatismo chiita, actúa contra ese país y proponen su desaparición mediante acciones bélicas. El otro frente de esta guerra civil lo integran los rebeldes suníes. Pero hace más de una década estuvo vigente en Iraq, la rama sunita de Al Qaeda a través del gobierno de Saddam Hussein que produjo la guerra de EE.UU.
Coincidente con el doloroso recuerdo de aquel 11 de septiembre-2001 hay que volver a leer a Oriana Fallacci la periodista italiana-florentina más célebre por sus reportajes de guerra, pero sobre todo el libro escrito sobre esa fecha, cuando vivía en Nueva York, y sus ojos vieron el desastre: “Entre la rabia y el orgullo” en el cual denuncia el peligro del islamismo en el mundo.
Vemos que los países árabes para ejercer el poder político, permiten que sean los principios religiosos los que determinen sus acciones, y EE.UU. se encuentra en la posición internacional más difícil como primera potencia bélica del mundo, casi bloqueada, para concluir con la guerra en Siria, por el veto que en el Consejo de Seguridad. Tanto más que pasan a segundo plano, los seis millones de desplazados sirios, la cifra espeluznante superior a ciento diez mil muertos, y la destrucción de ciudades con joyas arqueológicas. A la vez que se posterga el hecho político de 42 años de dictadura de la dinastía familiar de Al Asad.
Los gobernantes fascinados por mantenerse en el poder causan la destrucción moral y material de sus pueblos.