El Corán, escrito por Mahoma como revelación divina, en los años 600 del siglo VII de la era común, fue asimilado por los pueblos árabes como creencia religiosa opuesta al Cristianismo, y domina la mente de 1 159 millones en el mundo. Ha llegado a niveles de fanatismo hasta constituirse en la única visión de sus vidas y lograr el cielo al morir. Dichos seguidores son los musulmanes sometidos a la doctrina-muslin. Rodrigo Borja en artículo del 7-IX anota que existen 54 millones en Europa, cuyo 80% es subsidiado, constituyéndose en una amenaza para la seguridad de sus pueblos. Esa inmigración forzosa se origina en la pobreza, la violencia y la tiranía que ejercen las dinastías reales que disfrutan de la riqueza petrolera. Al mismo tiempo, emplean mano de obra proveniente de otros países como la India y de Europa oriental. El más poderoso es Arabia Saudita, cuna de esa religión, donde se cumplen estrictamente las normativas como el rezo diario cinco veces y la peregrinación a La Meca por lo menos, una vez en la vida. Siguen los Emiratos Árabes con su capital Abu Dhabi donde el 85% de habitantes son extranjeros. Sus reyes ostentan lujo ante el mundo.
Oriana Fallaci en su libro ‘La rabia y el orgullo’, escrito con ocasión de la demolición de la Torres Gemelas de Nueva York del 11-IX-2001, aclara que Osama bin Laden ha enviado “sirios, egipcios, iraquíes, libaneses, saudíes, tunecinos, argelinos, palestinos que formaban la banda de los 19 kamikazes” a ejecutar esa acción del terrorismo islámico. Y que en Afganistán a los prisioneros soviéticos les cortaban las piernas y los brazos. “No hay que asombrarse, ya en el siglo XIX mutilaban y mataban de la misma manera a diplomáticos británicos en Kabul, les cortaban la cabeza, después jugaban polo. Las piernas y los brazos exponían en plazas o los vendían en el bazar”. Afirma que nos han declarado la Yihad -guerra santa- para desaparecer nuestros modos de vivir o de morir, de pensar, de comer y beber, de divertirnos e informarnos, obligarían al reemplazo de vestidos y minifaldas para extender el burkah y ocultar el rostro femenino, y a que en lugar de coñac se tome leche de camella. Por fin, expresa que la democracia será reemplazada por la teocracia.
Esta religión monoteísta quiere constituirse políticamente como un Estado Islámico con bases territoriales en una gran parte de Siria y otras en Iraq. Los últimos actos que han conmocionado al mundo, son la cruel decapitación del periodista estadounidense, James Foley, y también de otro, Steven Sotloff, y la ejecución de cuatro candidatos a elecciones iraquíes en abril. Por último, fue exhibida la cabeza de Abas Medley. Todas estas crueldades han sido condenadas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Este peligro obligó a que Estados Unidos iniciara incursiones aéreas profundas que se intensificarán estos días, pero sin envío de tropas terrestres. Líderes de Occidente y Europa, quizá reconozcan ahora, que dejaron crecer al islamismo, y por ello, ha llegado a estos niveles de peligro en sus propias entrañas.