Con ocasión de las fiestas de Quito, con las que se conmemora su fundación ocurrida un día como hoy 6 de Diciembre, el Ilustre Municipio de la capital de los ecuatorianos otorga los premios que reconocen el mérito de las obras publicadas año tras año en las más de las categorías en las que interviene el talento humano. Tales premios llevan los nombres de ilustres personajes de la vida nacional: Joaquín Gallegos Lara, Jorge Carrera Andrade, Darío Guevara Mayorga, Isabel Tobar Guarderas, Pedro Vicente Maldonado, Enrique Garcés, José Mejía Lequerica, Manuela Sáenz, José María Velasco Ibarra y José Peralta.
Para los más Isabel Tobar Guarderas (Quito, 1859-1932) es una ilustre desconocida. De imponente presencia, culta, de lecturas religiosas y profanas, de familia connotada, adinerada. No encontró su pareja. Católica ferviente. Cuando falleció su padre heredó la hacienda Chiche-Tobar, en Pifo, que la vendió. La suma recibida la entregó en pública donación al Municipio de Quito para que con sus réditos se premiara cada año a la mejor obra publicada. Falleció en 1932.
Como no ser el caso de los esposos Baca-Ortiz, quienes hicieron posible el que Quito contara con un hospital pediátrico, el que lleva sus apellidos, excepcional entre nosotros la filantropía de Isabel Tobar Guarderas. De legados, donaciones y herencias las comunidades y las fundaciones religiosas dan cuenta de la generosidad de los ecuatorianos. Que quien era de comunión diaria, católica-apostólica-romana, haya dedicado buena parte de sus bienes a propósitos seglares, es de ponderar. Como también el acierto del Municipio quiteño de premiar con el Tobar Guarderas a las obras en Ciencias Sociales. Es decir aquellas que tratan de develar los arcanos del pensamiento y la obra del hombre en sociedad.
Este año le correspondió el Premio Isabel Tobar Guarderas a la obra ‘Revolución juliana y salud colectiva’ (Universidad Andina Simón Bolívar, Corporación Editora Nacional, 2012). Su editor y coautor Germán Rodas. Los claustros de la Universidad Andina Simón Bolívar, con su Taller de Historia de la Salud, el espacio donde las ideas no tienen que ajustarse a “marcos teóricos de referencia”, esas anteojeras que permitían mirar solo en una dirección. El libro premiado, la suma de nueve trabajos, nueve autores, en los que a la Revolución Juliana se la analiza como producto de la circunstancia ecuatoriana y sus vinculaciones con lo que acontecía en el mundo. El pensamiento de sus protagonistas, militares y civiles, entre estos últimos cuatro médicos: Isidro Ayora, Ricardo Paredes, César Naveda Ávalos y Pablo Arturo Suárez. La Revolución Juliana con la que se inicia la modernidad de nuestra época republicana. El interés colectivo, incluida la salud colectiva, como norte de la gestión pública.