El próximo enero se cumplirán 14 años desde que se adoptó el dólar como moneda de circulación. En sus inicios los más diversos sectores, entre ellos connotados banqueros y también políticos que ya comenzaban a aparecer, levantaban voces de oposición. Había argumentos técnicos que parecían irrefutables, pero a la final la medida se impuso porque la población la aceptó de buena manera porque simplemente otorgaba confianza a las transacciones. De ese tiempo acá lo sucedido ha sido inédito. Los ingresos del país en los últimos años son los más elevados que ha percibido la República. El Fisco también ha obtenido recursos internos elevados porque la dolarización ayudó a sincerar la economía, lo que dio como resultado que las empresas y los particulares en general generen más rentas que se tradujeron en mayores recaudaciones. El crédito fluyó, lo que permitió que la construcción experimente un fuerte crecimiento en los últimos a ños. La demanda de inmuebles ha sido alta y los adquirentes han tenido la posibilidad de contraer deudas a largo plazo. Algo impensable hace poco más de una década. Ha habido dinero inyectado por el gasto estatal, lo que ha permitido mantener elevado el consumo. A la final la dolarización ha sido aceptada por la ciudadanía y el Gobierno ha tomado nota de ese particular, sólo así se explica que de los virulentos ataques conceptuales al modelo emitido por los que hoy son autoridades, en siete años de administración se lo haya mantenido sin modificaciones .
Parece que es cierta aquella afirmación que se la escucha en la calle: nada es más popular que el dólar. De allí que, por sobre las teorías, las políticas y las novelerías, seguimos usando esa divisa para las transacciones locales. Cabe reconocer que primó la practicidad. Si bien en lo político y en otras áreas se implementaron recomendaciones venidas de fuera, en lo monetario no se cambió mayor cosa, salvo ese sistema de pagos de la Alba del que ahora ya nadie se acuerda. Otra habría sido la realidad si no habríamos estado dolarizados, quizá la inflación se hubiese convertido en un quebradero de cabeza .
Ahora, las nuevas condiciones económicas internacionales imponen que lo económico se maneje con mesura. Algunas señales aparecen en los discursos y acciones oficiales. El crecimiento del presupuesto para el año 2014 no ha sido tan elevado como en otras ocasiones, se habla de corregir distorsiones como la de los subsidios, aun cuando sea de manera focalizada, pero hacerlo sería un avance de todas maneras. Se menciona corregir algunos gastos que, si bien pueden ser menores, en todo caso significa que hay una percepción diferente de lo que sucede.
Lo que queda pendiente es atraer inversión en forma decidida, otorgar confianza a los actores económicos para que coloquen sus recursos en el país. Eso implica que los administradores busquen que se ejerza la ley pero adecuándose también ellos a su tenor, eliminando la subjetividad que tantos inconvenientes provocan .