El ecuménico Leonidas Iza quiere juntar a todos los protestantes: indígenas, dirigentes sindicales, arroceros, choferes, cualquiera que tenga algo que reclamar puede inscribirse para usar la fuerza de choque de la Conaie. La idea es buena, se convierte en líder de los opositores al gobierno y consigue reclamos concretos que plantear porque las proclamas negativas se han desinflado. No al Fondo Monetario, no al imperio, no al neoliberalismo, no a la oligarquía, son proclamas para fobias de hace cuarenta años. Iza moderniza su arsenal para la lucha contra el gobierno.
En la Asamblea Nacional, otros luchadores se ponen como gato panza arriba cada vez que escuchan consulta popular o muerte cruzada. La presidenta de la Asamblea, el partido Pachakutik y los correístas, todos resienten un chantaje del gobierno cuando menciona la posibilidad de apelar al pueblo para que decida. Claro, es aprovecharse de su mala reputación, de las legisladoras que roban y enseñan a robar, de las docenas de representantes que tienen cuentas pendientes con la contraloría. Sería una pelea entre burro amarrado y tigre suelto.
Nunca aceptarán dialogar con el gobierno. Siendo progresistas y comunistas, deberían seguir el consejo que el abuelo de todos los comunistas latinoamericanos, José Mujica, le ha dado al populismo argentino, dividido después de la derrota electoral del domingo pasado: “Hace falta que se encierren un mes a tomar mate, discutiendo y no puteándose por la prensa, para generar media docena de cosas centrales como políticas de Estado”. Los de aquí no saben otra política que la de impedir gobernar al elegido.
El gobierno tiene suficientes señales de que no podrá alcanzar acuerdos ni con los protestantes de las calles ni con los desafiantes de la Asamblea. Sin embargo, no da señales del camino que tomará. Las alternativas son evidentes: una consulta popular para conseguir cuatro cosillas o la muerte cruzada para elegir una Asamblea Nacional que corresponda con los resultados presidenciales de la segunda vuelta y le permita al presidente hacer las reformas importantes que necesita el país.
El gobierno ha acumulado un abundante capital político debido principalmente a dos factores, el éxito con la vacunación y el discurso del presidente que transmite confianza y solvencia. El capital político hay que invertirlo antes de que se evapore. A veces empieza a desinflarse el gobierno sin que se sepa dónde están los agujeros que dejan escapar el aire. Otras veces se pierde aire de golpe y queda inutilizado, como el gobierno anterior.
Los cien primeros días el gobierno y la oposición han venido midiéndose y provocándose, pero cualquier político práctico y audaz sabe cuándo puede doblar la apuesta y obtener resultados inesperados. Una Asamblea exasperante puede conducir al presidente a doblar la apuesta apelando a la muerte cruzada. Asumiría algunos riesgos, pero pasaría a la historia.