Insólita Venezuela

En 1914 brotó petróleo en Venezuela. En 1950 era el cuarto país de mayor ingreso per cápita del mundo. Cuando la bonanza petrolera de 1974, se la conocía como Venezuela Saudita. En 1999 llegó Hugo Chávez al poder y con él, la destrucción.

Tanta riqueza durante todo el siglo XX le permitió a Venezuela dotarse de buenas universidades, captar talento de otros países y capacitar a sus docentes en las mejores universidades del mundo. Se formaron excelentes profesionales en todas las disciplinas.

En Venezuela debe haber economistas y expertos bien preparados de todas las tendencias, incluso afines al chavismo. De ahí lo insólito que Nicolás Maduro, tras el fracaso de su política económica, anuncie un Plan 2019-25 sin pies ni cabeza, más propio de países de escaso capital humano como Haití o la República Centroafricana.

Venezuela vive una inflación de 40.000 por ciento. Pretende combatirla quitándole cinco ceros al “bolívar fuerte” y denominarlo “bolívar soberano”. Se facilitan las transacciones: antes las tiendas ya no contaban la plata, sino que pesaban los bultos de billetes para estimar cuánto había. Es sólo cosmético.

Segundo, piensa asegurar el valor del bolívar atándolo al “Petro”, una criptomoneda de su creación. Fija el bolívar a 3.600 por Petro, y el Petro a un barril de petróleo, precio referencial de USD 60. Por lo que el valor del bolívar oscilará alrededor de 60 por dólar.

Esta convertibilidad no tiene ningún sustento. El petróleo en cuestión es del campo Ayacucho, no desarrollado, y la producción de Venezuela está en caída libre, pese a que el país tiene las mayores reservas petroleras del mundo. El Petro no tiene ninguna credibilidad, no hay evidencia alguna que se acepte en ningún mercado. Respaldo inexistente.

Simultáneamente, Maduro decretó un aumento salarial de 3.300 por ciento a USD 30 mensuales. Por una parte, restituye algún valor a los pulverizados salarios venezolanos, pero las empresas no pueden absorber ese aumento de costo tan fenomenal. Maduro congela los precios de productos claves y mete en prisión a los gerentes de supermercados que los suben. ¡Como si con 40.000 por ciento de inflación algún producto pudiese no subir de precio! El resultado: los productos de precios congelados desaparecen de las perchas y se consiguen solo en el mercado negro.

Lo que puede bajar la inflación es que el gobierno no recurra al Banco Central para que le preste dinero ilimitadamente. Pero eso no va a suceder. Se prevé que la inflación llegue a un millón por ciento a fines del año.

Mientras tanto, la economía sigue desmoronándose. Se estima que la mitad de la población está sumida en pobreza extrema.

Preparémonos para una nueva ola de refugiados. Ahora la tocará a los chavistas: ni ellos pueden subsistir en el paraíso de Maduro.

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