Como consecuencia de lo mal que está la administración de justicia en Ecuador, los abogados en libre ejercicio tienen un alto grado de insatisfacción en la práctica de su profesión. La abogacía ya no se la realiza con la mística de antaño, cuando la fuerza de los argumentos y el conocimiento del Derecho eran fundamentales para vencer.
Actualmente, los juicios se ganan con base en el tráfico de influencias (hoy delito). En la charla dictada por la abogada Estefanía López, al desarrollar la insatisfacción de los abogados, presentó cifras espeluznantes: el 52% de los abogados está insatisfecho en el ejercicio de su profesión. El 20% “extremadamente insatisfecho”. Entre 104 profesiones, los abogados son los que tienen más trastornos depresivos y los más propensos a problemas cardíacos. Es que, “sí da unas iras” saber que la justicia dejó de ser una dama con los ojos vendados, para convertirse en una “cualquiera” que da la razón a quien más billetes deposita en uno de los platillos de la balanza con la que se la representa.
La baja calidad de las sentencias dictadas por los jueces incide en el índice de alcoholismo de abogados, ya que frustra y amarga perder un juicio por causas extra procesales.
Esta insatisfacción hace que algunos abogados sean pesimistas. ¿Acaso se administra justicia? Pero si aún queda algo de optimismo, habría que decir que … ¡se administra injusticia! Se ve que los particulares en conflicto, sobre todo cuando se litiga contra el Estado, nunca tienen la razón; o, en positivo … ¡el Estado es el dueño de la verdad! En palabras optimistas, el pesimismo gana espacio en la práctica de una profesión tan antigua y noble como la abogacía.
La insatisfacción de los abogados, o de muchos de ellos, se manifiesta en mayor proporción que en otras profesiones, ya que palpan “en directo” la realidad de una burocracia que busca beneficios personales gracias a la incorrecta aplicación de las normas.
Si a esto se suma que en las aulas universitarias los estudiantes de Derecho son formados para ser agresivos… ¡bingo!, la insatisfacción, la depresión y el pesimismo afloran de inmediato.
Ante esta insatisfacción de los abogados, habrá que ser optimista en el ejercicio de la profesión. ¿Cómo? Pensando de forma positiva y olvidándose de la corrupción que circula por las cortes de justicia. Denunciando hechos a sabiendas que los corruptos no dejan rastro. Alejándose de los funcionarios sinvergüenzas que administran injusticia en vez de justicia, y acercándose a centros de mediación y arbitraje. Las universidades, cambiando la enseñanza del Derecho: dejar de formar “gallitos de pelea”, para incentivar la búsqueda de alternativas que eviten juicios.
Mientras ello no ocurra, la probabilidad de que abogados se depriman, sean negativos, propensos al alcohol y las drogas, seguirá presente.
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