Con la mira en los inquilinos

Samuel Oakford. IPS

Seis años después del estallido de la crisis financiera que provocó la recesión de Estados Unidos y de buena parte del mundo, los inversores de Wall Street se frotan las manos ante el multimillonario potencial de ganancias que les ofrece el mercado de alquiler de viviendas unifamiliares en este país.

Justo cuando los precios de la vivienda tocaron fondo en enero de 2012, los grandes inversores institucionales comenzaron a comprar propiedades en dificultades en las zonas más afectadas por la crisis hipotecaria, y hasta la fecha adquirieron 200 000 bienes inmuebles.

En un solo año, el gigante de capital privado Blackstone Group pasó de no tener ninguna propiedad inmueble a ser el mayor propietario de viviendas unifamiliares de alquiler (VUA) en Estados Unidos.

Ahora, varias compañías, entre ellas Blackstone, comercializan sus VUA en bonos similares a los valores respaldados por hipotecas que alimentaron la recesión económica de 2008. Al igual que esos valores, los bonos de VUA están respaldados por las viviendas, pero esta vez son los pagos de los alquileres, y no los hipotecarios, los que amortizan los intereses. La titulización libera dinero, lo que permite a los grandes compradores adquirir más propiedades con menos capital, aumentando su influencia y el riesgo.

Las emisiones de bonos VUA hasta el momento son pequeñas, con un valor inferior a los USD 3 000 millones. Pero las organizaciones que defienden el derecho a la vivienda presionan a las autoridades para que refuercen la supervisión del mercado en crecimiento. El papel de Wall Street como propietario no tiene precedentes, y nadie sabe qué esperar, menos aun las familias que alquilan las casas. En 2013, dos economistas de la Reserva Federal –el banco central de Estados Unidos- advirtieron a las instituciones que podrían “tener dificultades en la gestión de grandes cantidades de propiedades de alquiler o con el mantenimiento adecuado de las viviendas”.

En octubre, el banco de inversión Deutsche Bank comercializó el primer bono respaldado por VUA, por USD 479,1 millones en pagos de alquiler previstos de 3 207 viviendas que pertenecen a la empresa Invitation Homes.

El negocio representó una fracción de las 44 000 viviendas que Blackstone posee en todo el país. Para el próximo verano boreal su objetivo es titularizar unidades por un valor de USD 1 000 millones.

En conjunto, en los últimos tres años, los grandes inversores gastaron unos USD 20 000 millones en la compra de bienes inmuebles. La idea de quedarse con una porción mayor de los 3 billones que representa el mercado de viviendas unifamiliares tiene a muchos en Wall Street frotándose las manos de entusiasmo.

Su ingreso al mercado de la vivienda se produce cuando la desigualdad alcanzó niveles históricos en EE.UU. donde se normalizó la extracción de la riqueza a los más pobres.