La política siempre da de qué hablar y mucho más en estos días tan agitados. Parecía que nada estaba claro, que nadie sabía nada con certeza, que nadie tenía la sartén por el mango. Los que se interesan en la política hacían escenarios y cambiaban constantemente de hipótesis a medida que los actores movían las fichas en el tablero. Con un amigo, que tiene como yo el gusto por el análisis político, hicimos una apuesta -la situación se presta para aplicar las reglas del azar- él apostaba a que el gobierno enviaría la ley de oportunidades al Registro Oficial y yo a que trozaría la ley para presentarla de nuevo a la Asamblea. Él apostaba a que no se atrevería a disolver la Asamblea y yo a que aplicaría la muerte cruzada. Claro que eran apuestas incoherentes, pero así está la política.
El presidente Lasso va a la muerte cruzada y el miércoles pasado arrancó la campaña electoral. Ésta es una de las lecturas posibles de la entrevista que concedió el presidente Guillermo Lasso a Carlos Vera. En un estilo demasiado correísta, hizo acusaciones sin pruebas, insultó a los adversarios políticos y a la prensa crítica, se defendió de acusaciones que todavía no se han hecho, incurrió en incoherencias, y, sobre todo, señaló al enemigo. El presidente Lasso es un llanero solitario que se enfrenta a una “conspiración” de mafiosos. Me recordó a un cowboy de la política que se describía a sí mismo de este modo:
“De hecho a este cowboy no le sirve de nada ser valeroso. Le basta y le sirve estar solo: demostrar a los demás que entra en la ciudad y se las arregla solo. Este personaje romántico, asombroso, se parece a mí porque estar solo ha formado siempre parte de mi estilo o, si lo prefiere, de mi técnica. Junto con la independencia, que es muy importante en mí y para mí. Y, por último, la convicción. Estoy siempre convencido de que lo que hago es lo que tengo que hacer”. Es lo que le dijo un gran personaje a una gran entrevistadora: Henry Kissinger a Oriana Fallaci.
El llanero solitario ha retado a los conspiradores y se ha plantado en media calle, ya no puede retroceder. Uno ya aceptó el reto diciendo que quien siembra vientos cosecha tempestades… ¡y hasta huracanes! Los otros también responderán, unidos serían muy fuertes, pero separados, son más peligrosos.
Poco importa la Asamblea, “los conspiradores” ya emitieron su dictamen por anticipado, los demás son solo figurantes. El diálogo, la negociación, el encuentro quedaron pulverizados, incluso la consulta popular perdió significación porque de nada valdría ganar una consulta si se mantiene la Asamblea con la mayoría en manos de “los conspiradores”.
Después de la crisis financiera internacional uno de los inversionistas se quejaba: “la crisis financiera ha sido peor que el divorcio, uno pierde la mitad de los bienes y todavía tiene esposa”. ¿Qué ganaría el gobierno si después de la consulta, todavía tiene la misma Asamblea?