El primer ministro británico, David Cameron, llevó al Partido Conservador hacia un triunfo tan arrollador como inesperado en las recientes elecciones parlamentarias de su país. En consecuencia, los conservadores tendrán mayoría legislativa propia y podrán gobernar sin necesidad del apoyo de sus tradicionales aliados del Partido Liberal. Los mercados aplaudieron, a su manera, el triunfo de los conservadores y hubo alzas de las acciones y de la libra esterlina.
Los votantes británicos escucharon y apoyaron los mensajes de Cameron, que alertaba acerca del caos que una buena elección del Partido Laborista podía eventualmente traer aparejado para la gobernabilidad. Y premiaron el buen desempeño de la economía británica, consecuencia de las medidas de ajuste puestas en marcha por la administración conservadora para superar la crisis económica de 2008. Hoy Gran Bretaña tiene un desempleo de apenas 5,6% y crece a un ritmo de 2,8%.
Para los laboristas, los liberales demócratas y los independientes que postularon limitar la inmigración, los resultados electorales fueron un fiasco. Por esa razón, sus respectivos líderes presentaron sus renuncias a la conducción de sus partidos, en una nueva y auténtica lección de dignidad que otros políticos deberían imitar.
Las elecciones produjeron un segundo triunfo, también espectacular. El de Nicola Sturgeon, la activa dirigente del separatista Partido Nacional Escocés, que arrasó con los votos de los escoceses y se convirtió en una nueva ‘Dama de hierro’ de su país. A punto tal que Escocia luce ahora como una nación con un partido único que controla 56 de las 59 bancas parlamentarias que corresponden a esa nación. Por esto, la cuestión de la independencia de Escocia ha vuelto a estar sobre el tapete.
Previsiblemente, Gran Bretaña deberá enfrentar el tema de su relación con la Unión Europea, puesto que Cameron prometió celebrar un referendo sobre esa cuestión antes del fin de 2017, lo que supone manejar a nivel nacional y no comunitario el preocupante tema de la inmigración. También, la capacidad de poder manejar a nivel nacional -esto es, sin interferencias de las autoridades de la Unión Europea el funcionamiento del moderno sistema financiero británico. La entidad de este tema sugiere que su resultado tendrá gran impacto en la definición de la identidad con la que Gran Bretaña transitará el mundo del siglo XXI.
Para la Argentina, la reelección de Cameron supone la necesidad de reevaluar en profundidad el estado de nuestra relación bilateral con Gran Bretaña, que aparece sumamente crispada, al igual que con otras naciones, por una postura siempre agresiva e innecesariamente arrogante, por aquello tan sabio de “que lo cortés no quita lo valiente”.
Se puede y debe ser ciertamente firme y enérgico en la defensa de nuestras legítimas posiciones jurídicas y derechos en el Atlántico Sur y en la zona antártica, sin por ello tener que ser inusualmente provocadores y hasta, a veces, simplemente vulgares.