Desde enero de 2007 a marzo de este año, su Majestad nos ha deleitado con 707 cadenas de radio y televisión. Parece que ninguno de sus subalternos le ha informado de la existencia de la Ley de Radiodifusión y Televisión, que pone límite a las presentaciones televisivas y radiofónicas de funcionarios públicos. Sus allegados no le recuerdan que ningún Presidente ha abusado de este recurso previsto en la legislación’ ¡se vivía en democracia! Según la Ley, toda estación está obligada a prestar servicios sociales, entre otros, la “transmisión en cadena de los mensajes o informes del Presidente de la República”.
Estos espacios son para informar a la ciudadanía de los programas de trabajo del gobernante y las actividades de los organismos públicos. La norma legal ordena que quienes “transgredan esta disposición serán sancionados de acuerdo con la Ley”. Lo que busca la Ley es que los altos jerarcas del Ejecutivo mantengan al tanto de sus labores al pueblo. No que se usen estos espacios de servicio público gratuito para atacar o insultar (algo muy usual desde inicios de la Revolución Ciudadana), a los adversarios o a aquellos que opinen de forma diversa.
Según el Reglamento a la Ley nombrada, los funcionarios públicos con rango de Ministro de Estado tienen derecho a 10 minutos al mes para informar sus realizaciones. El Presidente no tiene esta limitación’ pero ¿algún Jefe de Estado, excepto el economista Correa, ha abusado de esta disposición legal? Ninguno. Han sabido oír y entender el sentido de la norma legal: es para informar, no para masacrar al oponente, haciendo un mal ejercicio del poder que un cargo pasajero otorga.
Ahora los amanuenses del presidente Correa asignados en la Asamblea están incorporando en el proyecto de Ley de Comunicación una disposición por la cual se busca ampliar el acceso del Estado a los medios de comunicación, y eliminar el tiempo máximo de duración de las cadenas aún para funcionarios públicos con rango de Ministro. No les es suficiente tener un sinnúmero de frecuencias de radio y televisión para sus ‘spots’ publicitarios mentirosos. Si esto pasa, se podrá definir televisión como un aparato cuadrado que se prende y aparece Rafael Correa y sus muchachos para proferir ataques a los que opinan de forma diversa a él y a su Revolución.
Si llega a pasar esta nueva joya de Carondelet, todo lo que hagan quienes no coinciden con el presidente Correa, serán atacados en infinitas cadenas de radio y televisión, y catalogados de terroristas, así como lo hicieron con los estudiantes de la Universidad Católica de Guayaquil, o con los manifestantes indígenas en contra de la Alba, o con el tema de Dayuma.