Alfredo Negrete
La inescrutable política del vecino
Algunas veces da la impresión que la vecindad, la historia, cultura, problemas y futuro con el Perú serían muy distantes del Ecuador; como si las poblaciones que habitan estos países, fuesen diferentes en idioma, religión o raza. Se trata de un grave error. Hay diferencias, pero existen situaciones comparables o compartidas; por tanto, los efectos que se produzcan en una geografía, de alguna manera afectan o influyen en la otra la otra. Unas veces más, otra menos; pero luego del domingo pasado, mucho más.
En ese día se evidenció una bifurcación que establece marcas profundas en el escenario del Perú, que deben ser objeto de estudio y reflexión para el Ecuador, el mundo político y la academia; pues la globalización, como fenómeno universal, no reconoce diferencias entre vecindades ni fronteras. No hay vacunas contra el populismo, el izquierdismo o derechismo fascista.
Para el respectivo estudio hay que detenerse en dos particulares circunstancias del país vecino. En primer término, es una historia de violencia particularmente en el siglo XX y luego, la dificultad para que el populismo – ese pecado moral de juventud continental - no llegue directamente al poder como en otras naciones.
Al respecto se desconocen datos históricos elementales sobre el aprismo, el “octenio” de su represor histórico el general Manuel Odría, la impronta de Velasco Alvarado, la bicefalia de Alan García y los crueles sucesos protagonizados por Sendero Luminoso y el régimen de Alberto Fujimori con Vladimiro Montesinos.
El otro caso es muy particular. La Acción Popular Revolucionaria Americana – APRA-fue uno de los primeros movimientos continentales que perduró, pues desde el principio mantuvo una estructura de partido. Fue de masas, estuvo en sindicatos, universidades y fue perseguido ferozmente. No llegó al poder como el varguismo, el peronismo o el velasquismo, pero fue un eje político del que surgieron otros actores como los que compitieron el domingo pasado.
El resultado electoral del domingo fue muy ajustado y dibuja un futuro incierto, que debe motivar un seguimiento cauteloso del gobierno ecuatoriano.
En el nivel de pronóstico un triunfo de Keiko Fujimori significaba una ruta neoliberal moderada que en materia económica repetiría la del Perú con crecimiento y desigualad lacerante. Muy cercana a Sebastián Piñera en Chile o Guillermo Lasso en Ecuador.
En el otro caso, el que ganó, el mapa político continental será afectado; más aún, si se cuenta con la escasa inteligencia del Departamento de Estado que muchas veces no entiende lo que pasa al otro lado del Río Grande. Súmese la actitud del gobierno argentino con sus observaciones sobre al descalabro venezolano y las posiciones respecto al conflicto Hamas- Israel.
Un panorama tan complejo que obliga al Gobierno nacional a comprender que lo sucesos en Lima no son juegos de ajedrez como los que practicó en Madrid.