Cara de piedra tenía el Gerente de Petroamazonas, en un reportaje titulado ‘Yasuní en peligro’ emitido por RTS. Bien por el programa. Mostró de cuerpo entero el racismo, la mentira, el doble discurso, frente a los temas del Yasuní, frente a los indígenas y a la Amazonia en general.
De acuerdo a las declaraciones de quien gerencia la actividad petrolera, las muertes en la selva han sido un invento. Para él, las evidencias que entregó el propio Ministerio del Ambiente a todas las instancias del Gobierno son un cuento, como lo son las muertes de una veintena de mujeres y niños de un clan taromenani, en 2003. Son, según dice, prefabricadas las lanzas, las casas, las chacras, las espantosas muertes de Sandra Zavala y sus hijos o de los trabajadores de la madera, muertos en 2005, 2006, 2008. Para él, los tagaeri/taromenani no existen. Y punto.
Mientras todos están entretenidos en el ITT, con sus ojos puestos en ello e intentando quedar bien frente al mundo, al otro costado del parque Yasuní, en Armadillo, donde hay evidencias concretas de que habitan estos pueblos a los que, irónicamente, han bautizado como ‘libres’, será más fácil iniciar la operación exterminio. Será más fácil ‘limpiar’ la selva de ese “puñado de personas que entorpecen el desarrollo del país”. Igual se pensaba a finales de los ochenta. Pero hoy nadie hará lo que hizo Alejandro Labaka. Nadie dirá “si no vamos nosotros, los matan ellos”.
Declaraciones como esa debieran producir indignación: ¡por favor!, debiera indignarse Conaie, pues se trata de los pueblos indígenas: que se indignen los ecologistas ‘infantiles’ y los no infantiles; que se indignen los derechos humanos y las comisiones de las verdades a medias; que se indigne la CIDH; que se indignen los amigos de Alejandro e Inés; que se indignen los artistas; que se indigne la Iglesia; que se indignen los huaorani, los organizados y aquellos que no están organizados: ¡ese puñado de personas se supone que son sus hermanos!
Y que se indigne también el Presidente’ a la final, él es el autor de una “Política nacional para la protección de los PAV”. También debiera indignarse la Asamblea, pues la Constitución dice claramente (art. 57) que “Los territorios de los pueblos en aislamiento voluntario son de posesión ancestral irreductible e intangible, y en ellos estará vedada todo tipo de actividad extractiva. El Estado adoptará medidas para garantizar sus vidas y hacer respetar su autodeterminación y voluntad de permanecer en aislamiento, y precautelar la observancia de sus derechos. La violación de estos derechos constituirá delito de etnocidio que será tipificado por la ley”.