Francamente, no nos resistimos a la tentación de reconocer la calidad de la campaña de un equipo que hace un lustro apenas era una expectativa y se dio el lujo de llegar a una final de la Copa Libertadores venciendo a Melgar del Perú y eliminando a conjuntos campeones como Guaraní de Paraguay, Colo Colo de Chile, Pumas de Mexico.
Cada uno de ellos tiene su historia que los llevó a ser los clubes más destacados de sus países. Los tres se rindieron ante un equipo casi desconocido, procedente del Ecuador, llamado Independiente del Valle. Sus dirigentes se quedaron tristes y amargados.
Pero después vino lo mejor o sea lo más inesperado. El calendario determinó que -por sus triunfos anteriores- el modesto Independiente se enfrente nada menos que con el muy famoso River Plate, el club millonario de Argentina, fundado en 1901, poseedor de 56 títulos, dueño del mejor estadio de su país, con un historial envidiable.
Tres veces campeón de la Copa Libertadores, la última de ellos el año pasado.
Y ¿qué pasó? Pues el tal Independiente del Valle le derrotó 2-0 en Quito. River entró furioso a la revancha y solo pudo ganar 1-0. Eliminado.
Llegó la hora del otro famosísimo de la ultrafamosa Argentina.
Sí, vino a Quito el gran Boca Junior y de entrada marcó un gol. Boca había venido a ganar. Pero el desconocido elenco rival -che, se llama Independiente pero no de Avellaneda sino del Valle- respondió con dos golazos, de los incógnitos Bryan Cabezas y Julio Angulo.
Boca Junior esperó con rabia la revancha. Invitó al super excrack Diego Armando Maradona y a otro ex, Juan Roman Riquelme, para que sean testigos de una goleada.
El estadio, la Bombonera, se llenó hasta los bordes, con 50 000 hinchas que entonaron el himno y las canciones boquenses desde cuatro horas antes. Varios che periodistas y Riquelme dejaron constancia de que el rival no valía la pena y la revancha sería total.
Mas aun cuando a los 4 minutos el argentino Cristian Pavón anotó con facilidad el primer gol. Maradona aplaudió y demostró que, felizmente, no es un adivino cuando dijo que “esto va a ser una goleada”. No, don Diego, refutaron con goles el guayaquileño Luis Caicedo, el quevedeño Bryan Cabezas y el esmeraldeño Julio Angulo, éste con una sonrisa al entrar al arco con bola y todo.
Pavón anoto otro gol para Boca en la despedida y el arquerazo Librado Azcona cerró la jornada tapando un tiro penal.
Independiente 3-Boca 2, sin contar que los goles de visitante valen por dos. Otro gran triunfo independentista.
Ahora a esperar al Atlético Nacional de Medellín para una final sin brasileños ni argentinos.
Felicitaciones a los dirigentes de Independiente del Valle, en especial a Michel Deller y Franklin Tello Núñez, así como al gran entrenador Pablo Repetto.
Han cumplido una gran tarea y merecen un aplauso.
Los dos equipos de la final han realizado una gran tarea y los veremos compitiendo limpiamente por la Copa Libertadores.