El bicentenario del 9 de Octubre de 1820, demanda de un sector de ciudadanos, en ejercicio de libertad de expresión y de asociación, el federalismo frente a la historia y tradición unitaria del Ecuador. La manifestación tiene dos facetas relacionadas y contrapuestas en la historia y la geografía: ‘Guayaquil independiente’ o ‘Guayaquil por la patria’.
Es necesario partir en el análisis, de que el episodio histórico del 9 de Octubre no puede prescindir de que la ciudad y su comunidad, en distintos momentos de la historia continental han sido un hito, para comprender que la urbe porteña fue y es al mismo tiempo, una la comunidad independiente y por la patria. Por tanto, el proceso continental que se inició en los primeros gritos de independencia en los albores del siglo XIX en Chuquisaca, Quito, Dolores en México y concluyó en la victoria militar en Ayacucho, debe ubicar la importancia estratégica de Guayaquil y su entorno. El mar, el golfo, el río y sus productos están en las entrañas de esa ciudad que, sin ser Virreinato, Real Audiencia o Capitanía en la colonia, fue el cordón geopolítico hasta la finalización del proceso. Por eso, luego de las épicas batallas- Carabobo, Maipú y otras – se reunieron los líderes de la independencia en Guayaquil el 26 de Julio de 1824. Tenían que deliberar sobre la puntada final del proceso en Pichincha, Junín y Ayacucho.
Los tiempos modernos experimentaron la disolución de los estados medievales y el advenimiento de nueva era marcada por la independencia de los EE.UU. la Revolución Francesa y la liberación de las colonias hispánicas. Lo particular para América Latina, respecto a los otros dos procesos, se tradujo en la fragmentación – no unión ni confederación- de las ex colonias hispánicas. Se las ayudó en el combate por la independencia con armamento y finanzas, pero no se les permitió la unión. De esa manera no fue posible un estado centroamericano, ni la Gran Colombia ni las Provincias Unidas del Plata. El federalismo de Argentina, Brasil, México y Venezuela solo es una referencia en el acta de nacimiento. No ha tenido ninguna trascendencia. En ese escenario la versión de ‘América para los americanos’, se explica y justifica como versión retórica de la dependencia.
Guayaquil no fue un centro colonial administrativo ni político. No fue un Virreinato, Real Audiencia o Capitanía General, pero siempre estuvo en la cercanía del Pacífico, su golfo y su río; con su histórico astillero y sus inconmensurables riquezas agrícolas. Por eso, su misión no termina con la cita bicentenaria de octubre 2020.
Continúa hacia el futuro. La primera estrella de su bandera es la libertad política, religiosa e ideológica. En ese marco son explícables el revivir de movimientos regionalistas o separatistas, aunque produce extrañeza el momento, salvo que sea una estrategia para perjudicar a las candidaturas guayaquileñas y favorecer a las ‘unitarias’ de otras partes. En la madre patria se los identificaría como ‘gilipollas’.