Controlar las opiniones de las personas en Internet es como tratar de sujetar agua corriente cerrando el puño: imposible de hacer. Ni el régimen cubano que, a lo largo de décadas ha desarrollado una verdadera policía del pensamiento, ha podido sacar del aire a blogs como el de Yoani Sánchez y otros disidentes que denuncian y critican lo que sucede en su país.
Lo mismo pasa en China, cuyo Gobierno autoritario no ha podido detener la ola creciente de personas que diariamente se conecta a la red y vocea sus opiniones por ese medio.
Para acallar la voz de las personas en Internet, las autoridades deberían confiscar y prohibir el uso de computadoras, teléfonos celulares y tabletas electrónicas, iniciativa que –me parece– ni el más obsecuente de los servidores estaría dispuesto a apoyar. Aquello equivaldría a devolvernos a la edad de piedra por el deseo vacuo e insensato de que el Régimen no tenga críticas.
Si las opiniones por Internet son imposibles de controlar, ¿qué efecto concreto provocarán las regulaciones que la Asamblea Nacional está aplicando en ese ámbito a través de su ley de medios? Los lectores de los periódicos digitales estarán algo renuentes a consignar sus puntos de vista en aquellos espacios.
Habrá entonces corridas masivas hacia otras plataformas como Twitter y Facebook. Allí podrán expresarse con absoluta libertad, sin que autoridad alguna pueda hacer nada en contra de aquellos medios de comunicación, pues son demasiado grandes y no están radicados en el país.
Habrá otras personas que seguirán voceando sus puntos de vista en los periódicos locales. Muchos de ellos asumirán pseudónimos o identidades falsas para evitar ser escarmentados por algún funcionario acucioso. Otros, talvez, decidan identificarse plenamente y optarán por moderar su lenguaje o por atrincherarse en las frases tópicas y las verdades generales. En cualquier caso, el tráfico de opiniones no cesará.
Un rubro que tendrá un resurgimiento interesante es el blog.
Esta aplicación versátil –acoge textos, audios, videos, galerías de fotos– y de fácil aplicación podrá convertirse en un verdadero aliado de quienes deseen cuestionar a fondo cualquier aspecto de la vida pública.
El blog no tiene límite de espacio y puede recibir comentarios de lectores. No será de extrañarnos que aparezcan muchos ‘blogueros’ en el Ecuador, una vez que se apruebe la ley de medios.
Por último, el correo electrónico, esa aplicación que ahora nos parece jurásica por todos los desarrollos tecnológicos recientes, seguirá siendo un excelente vehículo para transportar las ideas entre quienes no renuncien a su derecho a disentir.