El incansable Oquendo

Los artistas y los intelectuales, al parecer, no tienen fecha de caducidad, mientras más pasa el tiempo las creaciones y las reflexiones son más profundas. Tal vez no produzcan con la misma intensidad, pero la calidad mejora, los mensajes son más claros.

Luchar hasta el final, ser perseverante, resistir a los ataques. Esto es lo que motiva a uno de los periodistas más notables que ha dado el Ecuador. Reportero de decenas de conflictos políticos, entrevistador siempre bien documentado, a veces dejando al borde de la exasperación a sus interlocutores, pero siempre armado de documentos, de argumentos.

Así ha sido la trayectoria profesional de Diego Oquendo, al menos esa ha sido mi percepción desde que lo miraba como un referente durante mi etapa de estudiante en la Universidad Central. Ese reportero que entrevistó a personajes tan intensos como José María Velasco Ibarra, que fue testigo del cruento intento de golpe de Estado contra el general Rodríguez Lara en 1975, el que cubrió todos los conflictos fronterizos, etc.

El que formó periodistas, creó programas de radio y de televisión y que sigue ahí en la trinchera sin rendirse, aguantando o como lo resumió muy bien en un grandioso discurso en la Cámara de Comercio: 'La consigna es resistir'. No imagino a Diego Oquendo en su casa correteando detrás de sus nietos como lo haría cualquier hombre normal. No digo que Diego no sea normal, lo que pasa es que es un periodista que lleva el oficio en la sangre y que seguramente seguirá produciendo mientras tenga un micrófono al frente o cuando se siente frente a un computador a narrar sus experiencias y también para continuar con algo que tanto lo apasiona: la poesía.

Hace poco presentó su libro de poemas, que ni siquiera lo había hojeado. Ahora me deleito leyendo los versos de la obra intitulada 'Acerca del hada y el hombre intenso'. Lo primero que llama la atención es la calidad de este libro editado por Libri Mundi: "Bebo un sorbo de café. Es suficiente para agitarme en las próximas horas.

Será por eso que mi pulso arterial no registra la cifra 120/80.

Tampoco soy hipertenso. Lo certifica la benevolente sonrisa del cardiólogo.

Sin embargo, presumo que he perdido otro motivo de orgullo".

Así se expresa Oquendo en 'Poeta ante una taza de café'. Y continúa...

"Desde luego, mis caminatas por los senderos del bosque me hacen recuperar las ganas de seguir 'creciendo', como cuando era un niño. También las rodillas duelen, ni se diga cuando el frío arrecia.

Paradójicamente, con cada zancada reafirmo mi presencia en la tierra".

Estos poemas "a la deriva" son una señal de que por mucho que intenten silenciar al periodista no lo van a conseguir. Una voz crítica dirigida a los que se creen dioses para que bajen de sus pedestales.